El Gobierno y sectores aliados tienen en agenda, siempre que se concreten las sesiones extraordinaria del Congreso, la sanción de una ley de Ficha Limpia, que impida a políticos con problemas judiciales la posibilidad de ser candidatos nacionales.
Aunque el texto de la norma va mutando, de acuerdo a quién lo propone y según la necesidad de alianzas políticas por la ausencia de mayorías absolutas en el Parlamento argentino, el electorado debería preguntarse si hace falta una norma para evitar votar a alguien denunciado, juzgado, sentenciado.
La lógica diría que antes de votar una lista, nos interiorizamos de quiénes son los candidatos. ¿No? Todo indica que en las votaciones nos enteramos poco de los antecedentes de los que quieren representarnos en los diferentes estamentos del Estado. Y que los discursos, especialmente los que “suenan lindo” con lo que ese electorado necesita, son suficientes sin importar qué hicieron antes.
También se podría suponer que el “mercantilismo electoral” hace que muchos metan una boleta entera ante el canje de favores. ¿Son tantos como para marcar un triunfo electoral en los distritos? Tal vez tengan éxito porque los “independientes” se muestran escépticos, asqueados y no van a votar.
¿Hace falta la ley? Sí, especialmente para quienes consiguen apoyo político y financiero para seguir mal administrando los recursos de todos y, lo que es peor, tomando pésimas decisiones con consecuencias que se tendrán por años y años.
Pero los electores también deberán hacer un esfuerzo de votar cada dos o cuatro años a personas intachables ante la ley, que se sume como fortaleza a las propuestas de Gobierno que puedan tener.