Hace dos meses y medio, Julieta Carranza, pastelera y panadera, tomó la decisión de dejar Argentina para comenzar de nuevo en Florianópolis, Brasil. “Elegí Florianópolis por cuestiones personales, quería un cambio para mi vida, y por cuestiones laborales, porque me dedico a la pastelería y a la panadería. Al ser una zona turística, y al haber tanta llegada de argentinos, uruguayos, chilenos, tantos latinos, sabía que podía expandir o crear un negocio en este lugar”, señaló en una entrevista con FM 89.3 Santa María de las Misiones subrayando el atractivo de la ciudad para quienes buscan oportunidades laborales en el sector gastronómico.
La decisión, motivada por cuestiones laborales y personales, no estuvo exenta de dificultades. “En principio me vine yo sola, dejando a mis hijas, de 18 y 16 años, en Argentina a cuidado de mis padres. Fue durísimo, sigue siendo duro, porque venirse sola y dejar lo más importante que tenés en tu país no es lo más fácil que me ha tocado hacer. Pero tenía la certeza de que era para algo mejor”, relató Julieta, con emoción en su voz.
Adaptarse a un nuevo país: no todo es color de rosa
Al preguntarle sobre sus primeras impresiones al llegar, Julieta fue clara: la experiencia de emigrar no es tan simple como muchas veces se idealiza. “Creo que hay que desromantizar el hecho de emigrar, no es porque te vas a Brasil que todo es color de rosa. No, se potencia todo, lo bueno y lo malo. La isla de Damascía tiene algo especial, y quien ha venido de vacaciones alguna vez dice: ‘yo quisiera volver’ o ‘yo quisiera vivir aquí’. Es cierto que uno se siente en casa, pero también hay días que son terribles, donde todo sale mal, como podría pasar en cualquier otro país”, reflexionó.
Julieta destacó la importancia de tener la mente abierta y estar preparada para todo tipo de situaciones. “Creo que Brasil en general es una tierra de oportunidades, pero para aprovecharlos hay que estar preparados, mentalmente, físicamente, emocionalmente, laboralmente, profesionalmente, no es armar un bolso y venir”.
“Escuchas todo el tiempo y me rodeo y he conocido muchas personas que han arrancadoigual o peor que yo y hoy están cosechando los frutos de eso que hicieron durante tanto tiempo y algunos en muy poco tiempo”, agregó.
El contraste con la cultura argentina
En cuanto a las diferencias culturales, Julieta notó que la actitud de los brasileños frente a la vida es algo que la sorprendió. “Creo que acá se toman la vida de otra forma. Creo que acá la gente, no te digo que vive en modo vacaciones porque sería una mentira, sin embargo, llevan la vida de otra manera, son más disfrutones en vez de quejones. Entonces, podes ver gente que no le está pasando nada bien, sin embargo, encuentran un momento para tomarse una una cervecita con amigos, es una cuestión de actitud”.
Contrastó esta visión con la situación en Argentina, donde, según ella, predomina una carga de cansancio y negatividad debido a la crisis económica y política. “Nosotros ya estamos con una carga de cansancio, de que todo está mal, de la inflación, de los políticos. Acá no es perfecto, pero lo viven de una manera diferente”, opinó Julieta, marcando una diferencia de enfoque en cómo se enfrenta la vida en ambos países.
Desafíos del idioma
Uno de los principales obstáculos para Julieta fue el idioma. Si bien hablaba algo de portugués antes de mudarse, pronto se dio cuenta de que el “portuñol” no era suficiente para desenvolverse de manera fluida. “Yo lo subestimé mucho, no porque pensé que era fácil, no, pero uno tiene la idea de que con el portuñol me arreglo, el idioma te abre puertas porque es la base de la comunicación, entonces te puede hacer que todo vaya más fácil o te puede dejar afuera, y la comunicación es tan importante en el espacio laboral. Yo tuve la suerte de llegar a un espacio donde había uruguayos y argentinos, eso tiene a favor que me fue fácil, en contra que me fue costando aprenderlo, cada vez se hace más largo el aprendizaje porque no lo hago muy tranquilamente”, aclaró.
“Ahora lo entiendo, cuando lo escucho, si hablan conmigo, yo lo entiendo, pero si escucho una conversación entre dos personas que hablan en portugués, no entiendo nada, solo palabritas sueltas, lo leo, lo comprendo, pero no puedo escribirlo, por ejemplo”, agregó.
La gastronomía argentina: un pedazo de casa en Brasil
Aunque se ha adaptado a la vida en Florianópolis, Julieta no puede dejar de extrañar la gastronomía argentina. “La comida se extraña mucho porque la gastronomía acá es muy, muy diferente, todavía no me he adaptado tanto y nosotros somos muy de comer, para nosotros la gastronomía está presente en las reuniones, con cualquier excusa está la comida por medio, y acá yo voy buscando a dónde puedo comer algo parecido a lo argentino, si no, me lo hago”, confesó. Afortunadamente, la presencia de muchos argentinos en la zona le ha permitido encontrar un pedazo de su hogar en Brasil.
El crecimiento de su emprendimiento
Tras haber llegado el 4 de noviembre, de a poco Julieta empezó a hacer conocida por su talento en la cocina: “Es un lugar chico, entonces la gente probó mis productos y me conoció rápidamente, yo soy ‘la chica de las medialunas’, ‘la chica argentina de las tortas’ y ya me escriben, entonces eso hizo que ya me quedé acá”.
La pastelera partió de Argentina sin boleto de vuelta y con muchos suños: “Lo hice con la idea de construir mi presente, mi futuro, un futuro mejor para mí, para mis hijas, no vine a hacer temporada, obviamente lo estoy aprovechandoporque bueno se empezó a difundir que yo preparaba cosas argentinas, entonces eso fue un plus que me ayudó, pero vine a quedarme”.
No obstante agregó que “me encantaría volver todo el tiempo, pero trabajo mucho, laburo hasta 16 horas por día”.
También agradeció la calidez y la solidaridad con la que la recibieron en el país vecino: “me ayudó tanta gente, desconocidos, yo tengo ahora un número de teléfono brasileño, gracias a que me ayudo un argentino, logré alquilar gracias a unos brasileños que confiaron en mí, ahora estoy laburando con unos cordobeses, que también confiaron en mí, es como que todo el mundo sabe, o pasó en algún momento por eso entonces trata de darte una mano”.
Lo más pedido
“Aman las medialunas y los alfajores, les encanta y eso que la pastelería de ellos y la panadería es totalmente diferente, eso fue para mí y sigue siendo todos los días un gran desafío, sus harinas son diferentes, la materia prima es diferente. Cuando ven las medialunas dicen ‘ah, medialuas, Argentina, Buenos Aires, eu querer experimentar, alfajor, dulce de leche’, comen muy dulce los brasileros, eso sí por ahi me cuesta, complacer a los dos públicos”, detalló y compartió que una medialuna de manteca tiene un valor actual de 10 reales, 2 mil pesos argentinos.
Lo más difícil: alquilar
A pesar de estar hace más de dos meses, Carranza aún no encontró un lugar para instalarse cómodamente. “Alquilar es una pesadilla porque todo está para los turistas. Nos alquilan por día, no hay alquileres mensuales, ni anuales. Estoy en una posada muy precaria, que es lo que conseguimos con una chica con la que vivo y ahora llegó mi hija hace 10 días, la mayor. Eso es el tema, de cómo está preparada esta zona para recibir a tantos millones de argentinos. Dicen que va a haber alrededor de 3 millones o más esta temporada, y no hay infraestructura para recibir, hay gente durmiendo en los autos”.
“Hay gente que se aprovecha de esa situación y alquila cualquier cosa a cualquier precio, estamos hablando de 400, 500, 600 reales por día en lugares donde yo no dormiría”, señaló.
“Uno puede empezar todas las veces que quiera”
Respecto a que consejo le daría a alguien que está pensando en emigrar, Julieta enfatizó que ” vayas vayas donde vas, vas a ir con vos mismo. A esa persona no la puedes dejar en ningún lado, y a toda esa carga, y a esa experiencia, y lo que has pasado, no la podes dejar, para bien y para mal, porque eso es lo que te trajo acá”. Asimismo, también remarcó que “es fundamental elegir el lugar a donde vas a ir, porque eso te puede condicionar para que todo vaya más fácil o más difícil”.
“Uno puede empezar todas las veces que quiera, los 46 años que tengo no fueron una limitación, al contrario. Allá nos hicieron creer que después de los 35 estás fuera del mercado laboral y acá se trabaja hasta los 80 si querés, nadie te excluye por la edad, entonces hay oportunidades, pero hay que remarla”, concluyó.