Después de más de 200 muertos en China y la confirmación de 8.900 casos en casi una veintena de países, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaraba el 30 de enero de 2020 la “emergencia de salud pública internacional” por el coronavirus.
Para entonces, el SARS CoV-2 ya había causado 212 fallecidos en el país donde se originó y se había expandido a 18 países del mundo, cuestión esta que fue la que más inquietó a las autoridades sanitarias internacionales.
“Nuestra mayor preocupación es la posibilidad de que el virus se propague a países con sistemas de salud más débiles y que no estén preparados para enfrentarlo”, indicó al respecto el presidente de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Definió al COVID-19 (que todavía no recibía ese nombre) como “un patógeno previamente desconocido, que se ha convertido en un brote sin precedentes”.
Al 30 de enero de 2020 no existían reportes de casos todavía en Argentina, pero sí en Brasil (nueve pacientes sospechosos) y Paraguay (uno).
Así estaba en esa fecha el mapa mundial de contagios:
Hasta el 3 de octubre de 2023 ,día en que la Universidad Johns Hopkins dejó de contabilizar, el SARS CoV-2 se había cobrado la vida de 6.881.955 personas y se habían registrado en el mundo 676.609.955 casos.