En este camino de autoconocimiento para gestionar mejor lo que nos sucede, quiero compartir una herramienta para continuar avanzando: el triángulo actuar-sentir-pensar, una dinámica que conecta nuestras acciones, emociones y pensamientos, ofreciendo un camino claro hacia soluciones más conscientes y efectivas.
Durante milenios distintas ramas de la ciencia se han hecho la pregunta ¿Primero pensamos y como consecuencia sentimos y actuamos? o ¿Primero sentimos y después actuamos y pensamos?
Estos tres elementos de la cadena nos mueven en la vida, quizás el orden más conocido es el pensar-sentir-actuar: si creo que mi jefe no me valora (pensamiento) empiezo a sentirme mal e incluso a tener envidia de otros compañeros (sentimiento) y esto me lleva a manejarme de maneras egoístas y competitivas en el trabajo (acción).
Otra posibilidad de este triángulo es sentir-pensar-actuar: el técnico de la computadora me hace un comentario desagradable (emoción) y empiezo a pensar -casi a nivel inconsciente- que debería ser más amable con los clientes y tratarlos con más tacto (pensamiento). La siguiente vez que necesito arreglar la computadora decido llevarla a otro lugar (acción).
Ahora bien, el orden menos explorado de este triángulo es el de actuar-sentir-pensar. Esta es la cadena menos conocida y por eso nos presenta oportunidades desconocidas. La forma en que actuamos influye también en lo que sentimos y pensamos. Si te obligas a sonreír (por ejemplo poniéndote un lápiz en la boca) (acción), te va a llevar a sentirte bien aunque antes estuvieras enfadado (sentir) y tu cerebro empezará a pensar de forma más positiva y más creativa (pensar).
El poder de este triángulo radica en su capacidad para equilibrar estos tres aspectos y usarlos a nuestro favor. Por ejemplo, ante una discusión acalorada detenernos a reflexionar sobre lo que sentimos y pensamos antes de actuar puede evitar palabras que hieran o decisiones impulsivas. Del mismo modo, actuar con compasión, aunque no comprendamos plenamente las motivaciones del otro, puede abrir un espacio para la conversación y el entendimiento.
Somos seres integrales, la gestión de situaciones en la vida cotidiana requiere atención a todas las dimensiones de nuestra experiencia. Hacer conscientes estas posibilidades en nuestras interacciones no solo transforma el modo en que enfrentamos los conflictos, sino que también fortalece nuestras relaciones y contribuye a una convivencia más armoniosa.
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
IG: valeria_fiore_caceres