La sanación es un acto divino, pero su primer destello nace en nuestro interior. No hay medicina ancestral, guía espiritual ni ritual sagrado que pueda sanar un corazón que no está dispuesto a transformarse. El primer paso hacia la sanación no lo da nadie más, sino tú, desde lo profundo de tu ser, reconociendo la necesidad de cambio y abrazando con valentía la honestidad contigo mismo.
Sanar requiere que dejemos caer las máscaras que hemos llevado por tanto tiempo, aquellas que ocultaron nuestros dolores y nos separaron de nuestra esencia. Es una invitación a mirarnos desnudos frente al espejo del alma y aceptar con humildad que hay heridas que aún necesitan amor, cuidado y luz. Solo cuando asumimos con sinceridad que algo dentro de nosotros está roto, podemos abrir el corazón al milagro de la restauración.
Este camino no es fácil, pero es el más valioso. La verdadera sanación no es instantánea; es un viaje que pide perseverancia, paciencia y una voluntad férrea de ir hacia adentro, de encontrarnos con las sombras que hemos evitado y transformarlas en luz. Solo quien se compromete a trabajar con dedicación y amor por sí mismo puede experimentar la profunda liberación que trae la sanación del espíritu.
Hoy, te invito a dar ese primer paso. A reconocer que tu bienestar está en tus manos. A ser sincero contigo, liberar los juicios, confiar en el proceso y a entregarte con el corazón abierto. La sanación comienza en el momento en que decides abrazarte por completo, con todas tus luces y todas tus sombras permitiendo que el amor divino haga el resto, no importa cuán rotos creas que están tus pedazos o cuántas sombras hayas cargado en el pasado, dentro de ti hay una luz eterna que jamás se ha extinguido pues eres una obra única del universo, perfecta en tu esencia, más allá de los errores, más allá de las expectativas. Permítete ser quien eres sin necesidad de disfrazarte para encajar o ser aceptado.
El amor verdadero no exige cambios; simplemente abraza por lo tanto ama tus cicatrices, pues son los mapas de tu camino. Acepta tus dudas, pues son la puerta a nuevas verdades. Elige verte con amor, respeto y ternura, extendiendo esta misma compasión a los demás, porque cada corazón tiene su batalla invisible y un alma herida siempre florece mejor en tierra de amor y no de juicio. Eres suficiente.
Eres digno. Siempre lo has sido. El camino está delante de ti. ¿Estás dispuesto a caminarlo?
Que el sagrado Sol siga iluminando tus pasos.
Karina Holoveski
Mujer Medicina-Chamana.
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