Las contribuciones de la naturaleza a las personas surgen, como concepto, de trabajos nucleados por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre la Diversidad Biológica y Servicios Ecosistémicos (IPBES), donde se busca ampliar el marco de los servicios ecosistémicos al incluir perspectivas culturales y conocimientos tradicionales sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Mientras que los conocedores locales e indígenas, son personas con altos conocimientos reconocidos principalmente por las iniciativas planteadas a través del Programa de la UNESCO sobre los Sistemas de Conocimientos Locales e Indígenas que promueven integrar los saberes de la ciencia y las políticas para abordar problemas ambientales y sociales. Reconocer a los conocedores locales e indígenas resulta en una pieza clave para la coproducción de conocimientos y la gestión sostenible de las comunidades.
Estos dos conceptos tomados desde pantallas o libros son importantes e integrales, sin embargo, también lo es habitar el territorio, conocer lo que hay y lo que tenemos, conocer el estado de la naturaleza con la que contamos.
¿Están o no están las plantas medicinales ancestrales en el territorio donde las necesitamos?
¿Tenemos disponibles bancos de semillas y de plántulas para su reproducción?
¿Los recursos genéticos están resguardados? Entendiendo por resguardo genético a las accesiones (muestras de semillas, tejidos, ADN), en bancos de germoplasma.
¿Existe legislación genuina y en ejercicio que resguarde los territorios donde crecen y se desarrollan los organismos que constituyen la diversidad biológica de la cual dependemos para nuestra supervivencia?
Cuando un organismo parte de la naturaleza se convierte en un recurso natural, pueden ocurrir muchas cosas, el uso y mal uso de los mismos puede derivar en riesgos para la supervivencia de su población y para poblaciones de otros organismos, poder reconocer cuanto de una especie podemos servirnos y cuanto hay que cuidar para resguardar los ecosistemas y su integridad no siempre estuvo claro. Más bien parece que ahora lo estamos empezando a entender.
Los esfuerzos deben incluir la reproducción de especies para el abastecimiento local, regional y si lo existe, más allá.
Los protocolos de reproducción están escritos en el ciclo natural de cada especie, y más aún, para el que sabe leer podrá encontrar maneras de acelerar dichos ciclos sin irrumpir la integridad. Ahí está la restauración ambiental y podemos ir un paso más allá: ser parte nosotros del suelo, el agua, las plantas y los animales, podemos ser el ciclo de los nutrientes, regenerar nuestros vínculos con la naturaleza, los que subyacen a nuestra especie, los que nos ayudaron a forjar habilidades de supervivencia y relacionamiento.
¿Cómo? 1. Animémonos a conocer el territorio donde vivimos, arroyos, vertientes, árboles, animales.
2. Participemos de instancias educativas talleres, charlas, cursos.
3. Construir jardines medicinales y terapéuticos con especies nativas,
4. Rescatemos y valoricemos áreas, conocimientos, tradiciones.
5. Participemos en estudio de campo.
6. Agreguemos valor, incluir prácticas de turismo eco-regenerativo.
7. Comuniquemos e intercambiemos la información para su resguardo, cuidado e invitación a que más se involucren y beneficien del vínculo humano-naturaleza.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología. 0376-154-385152