De lleno ya en su segundo año de gestión, el Gobierno advierte cómo su estrategia para moderar la inflación va arrimando el índice más cerca de los dos puntos porcentuales.
El objetivo se logró, aunque tuvo sus costos y esfuerzos. Se cortó la emisión monetaria, se achicó el déficit fiscal y se abrieron las importaciones; al mismo tiempo se produjo una fuerte recesión y sigue la progresiva pérdida de poder adquisitivo que golpea sobre todo a los sectores medios, bajos y a los jubilados. Con todo, el Gobierno distingue que es momento para encarar otro aspecto de su plan con doble sentido. Por estas horas se prepara para reducir a la mitad el crawling peg, otra estrategia para mantener en caja los precios.
La administración central reducirá a partir de ese mes al 1% mensual la devaluación que hasta ahora fue del 2%.
Sucederá en medio de las advertencias de los expertos sobre un retraso cambiario que consolida la pérdida de competitividad.
Pero trabajar sobre el índice de precios sigue siendo una prioridad porque la crisis no se acabó, la pobreza sigue siendo alta y porque, sobre cualquier otra cuestión, la inflación sigue siendo el mayor activo del oficialismo en un año en el que los argentinos estamos llamados a las urnas.