Doce años sin respuestas de la Justicia y con una situación que no para de escalar en violencia, al punto de haber sido golpeado, amenazado de muerte y haber sufrido destrozos en su vehículo. Una de las víctimas es el propietario de la Reserva de biodiversidad privada Las Gringas, y apunta a una organización delictiva desplegada en Corpus.
Roberto Moroz relató a PRIMERA EDICIÓN que ya realizó trece denuncias tanto en la comisaría de Corpus como en la de Santo Pipó por intrusiones, apeo ilegal de madera nativa, amenazas, agresiones y delitos ecológicos, de los cuales a través de los años no ha tenido respuesta.
“Los autores son varias familias que viven en los alrededores de nuestro predio, los cuales se dedican a cometer todo tipo de delitos”.
Moroz indicó que se meten tanto en su predio como en chacras vecinas, “cortan árboles de todo tipo de especies” para vender la madera y hasta hacen carbón.
La víctima relató que días atrás, con un agrimensor fueron hacia el fondo de la chacra, la cual tiene 25 hectáreas para volver a realizar la demarcación del espacio, puesto que los rompen para que ingresen animales.
Tuvieron que dejar la camioneta bastante lejos y cuando regresaron, la encontraron con todos los vidrios destrozados.
De acuerdo a lo que sostiene Moroz, el grupo que intrusa y roba los árboles nativos actuaría “con protección de las autoridades de la zona”.
También resaltó que fueron directamente a presentarse en el Juzgado de Instrucción de Jardín América y a la Fiscalía: “Nos dijeron que iban a empezar a trabajar sobre el tema y nunca avanzaron, los expedientes duermen. Los autores están identificados pero todo opera como una mafia y por eso no sucede nada”.
“En una oportunidad nos dispararon. Nos salvamos porque nos escondimos atrás de un gallinero. Otra vez me sorprendieron desde atrás y me golpearon entre varios. Me amenazaron con machetes. Actúan con impunidad porque se sienten protegidos”, subrayó Moroz.
Indicó que cada vez que intentan proteger su reserva del accionar de la banda, sufren todo tipo de agresiones y temen que la situación termine con un muerto.
La reserva está ubicada a unos dos kilómetros al norte de la ruta provincial 6. Tal como explicó Moroz, todas las chacras de los alrededores ya están desmontadas. Y teme por Las Gringas.