La agenda de juicios 2025 del Tribunal Penal 2 de la Primera Circunscripción Provincial, se inició el pasado martes y ayer se registró el primer veredicto, fue condenatorio para un exprefecturiano: ocho años de prisión de cumplimiento efectivo por “abuso sexual gravemente ultrajante, tres hechos, en concurso real” (artículo 119 del Código Penal Argentino).
El acusado de 62 años fue detenido en enero de 2022 y luego de varios meses de evolución del expediente que instruyó el juez de Puerto Rico, Leonardo Manuel Balanda Gómez y el fiscal Héctor Simon.
Dos años después, los jueces Gregorio Augusto Busse, presidente, César Antonio Yaya y Marcela Leiva (vocal subrogante) declararon culpable al encartado de haber drogado y abusado a una adolescente de 14 años en diciembre de 2021.
Luego de cuatro días de debate en el TP-2, el fiscal Vladimir Glinka solicitó quince años de prisión efectiva para el acusado por “abuso sexual gravemente ultrajante, varios hechos y abuso sexual con acceso carnal, un hecho”.
Los delitos trascendieron y fueron denunciados en la Comisaría de la Mujer de la Unidad Regional IV “Puerto Rico”, tras el alerta que dio una maestra de la adolescente de 14 años, víctima directa.
La docente tomó conocimiento que el prefecturiano subió una fotografía sin remera y abrazando a la menor. La había publicado en su perfil de la aplicación de mensajería Whatsapp. En la imagen se podía leer la frase “I love you”, algo impropio teniendo en cuenta que se trataba de una menor de edad y “muchos pensarían que tienen una relación sentimental”, expresó la educadora en su denuncia.
Esta primera denuncia destapó una seguidilla de hechos anteriores pero también en 2021 y con la misma menor y cuyo victimario resultaba el prefecturiano que frecuentaba la vivienda de la víctima, barrio y dirección que PRIMERA EDICIÓN se reserva su publicación.
Los abusos fueron reiterados, pero el último y más grave fue el registrado en la casa que alquilaba el acusado y donde residía solo ya que se había separado de su pareja. Allí llevó con engaños a la adolescente de 14 y a su hermano de 12 años.
Al menor de ellos lo hizo bajar a limpiar la planta baja del inmueble, mientras él se quedó en la cama acostado con la hermana mirando televisión. Comenzó a manosearla pero la víctima se resistió. No desistió de su intento y la convenció que no le haría daño pero que tomara el jugo que había preparado.
La víctima aceptó sin darse cuenta que lo que acababa de beber tenía algún tipo de somnífero o droga relajante que limitó su defensa.
Esto facilitó al agresor sexual para quitarle la ropa y continuar con el abuso, hasta que el niño de 12 años se dio cuenta de lo sucedido y comenzó a gritar para que la dejara en paz o llamaría a la policía.
El acusado durante el debate negó el hecho, pero los relatos de los menores en Cámara Gesell durante la instrucción del expediente, fueron contundentes en precisiones, detalles y descripciones del escenario, fechas y horarios.
Los profesionales en salud mental que participaron también en la elevación del expediente, ratificaron durante el juicio oral la veracidad de lo denunciado. Se desprende del veredicto, restan los fundamentos, que los integrantes del Tribunal Penal 2 no dudaron de las víctimas, denunciantes y peritos, y fallaron en el sentido indicado por las pruebas.
Testigo en el juicio por el femicidio de Angélica Ramírez
El miércoles 5 de noviembre de 2014, el exprefecturiano condenado ayer a ocho años de prisión por abuso sexual de una menor, fue testigo en el Tribunal Penal 1 de Posadas en el juicio oral y público a Francisco Bourscheid por el femicidio de Angélica Ramírez, asesinada a garrotazos el 26 de septiembre de 2012 en una zanja de la calle Pionero Kuhn en Puerto Rico.

Como lo cronicó PRIMERA EDICIÓN, el testimonio del entonces guardia en la delegación de la Prefectura Naval Argentina en dicha localidad fue “dubitativo, por momentos evasivo con las preguntas del tribunal (…) Primero negó que mantuvo frecuentes contactos telefónicos con las dos menores amigas de la víctima fatal (Ramírez) o algún tipo de relación de amistad o sentimental, pero cuando uno de los camaristas del TP-1, Eduardo D’Orsaneo, le leyó los entrecruzamientos telefónicos no le quedó otra que relatar lo sucedido durante la madrugada del lunes 24 de septiembre, dos días antes del crimen. El prefecturiano contó que le pagó un remís a Angélica alrededor de las 4.30 de ese día, porque vía telefónica una joven, mayor de edad, le propuso enviarla hasta el puesto de Prefectura. Indicó que se hizo cargo del costo pero que al ver que se trataba de una menor decidió restituirla hasta la casa de la amiga a bordo de su motocicleta”.
Más de diez jornadas de debate oral con testigos y pericias clave analizadas, principalmente una mancha de sangre con el ADN de la víctima en una zapatilla de Bourscheid, fueron contundentes para la sentencia del 16 de noviembre de 2014.