Joaquín Sabina, uno de los cantautores españoles más importantes e influyentes de la música, cumple hoy 76 años. El intérprete de éxitos como “19 días y 500 noches”, “Y nos dieron las diez” o “Calle Melancolía” nació -con el nombre completo de Joaquín Ramón Martínez Sabina- el 12 de febrero de 1949 en Úbeda, un pueblo de Jaén (Andalucía, España).
Su padre era policía, pero dedicaba tiempo a la poesía en sus tiempos libres. Esto hizo que se interesara desde joven en la escritura y composición.
En 1970 se mudó a Madrid para desarrollarse como músico y comenzó a brindar pequeños conciertos en pubs y bares. Seis años más tarde lanzó “Inventario”, su primer álbum de estudio. Sus letras se destacan por su ingenio y creatividad, que muchos expertos y críticos asocian con escritores como Francisco de Quevedo.
La década de 1980 fue clave para la carrera de Sabina: lanzó siete discos entre los que destacan “Malas compañías”, “Ruleta rusa” y “Mentiras piadosas”. Sin embargo, su reconocimiento internacional llegó a fines de siglo, con “19 días y 500 noches” (1999). Ese álbum figura en el 7º puesto del ranking de los 50 mejores discos de rock español de la revista Rolling Stone en España.
Aunque algunas de sus canciones más reconocidas son “Y nos dieron las diez”, “Contigo”, “Nos sobran los motivos” o “Y sin embargo te quiero”, hay dos (semiolvidadas en España, pero icónicas en Sudamérica) que conectan directa y sentimentalmente a Sabina con la Argentina.
La historia de “Dieguitos y Mafaldas”
En 1998, Sabina grababa en el país el disco “Enemigos íntimos” junto a Fito Paez. Fue entonces cuando conoció a Paula Seminara, una joven de 19 años oriunda de González Catán con la que mantuvo un intenso vínculo durante un año y medio.
Esta unión significó una gran inspiración para Joaquín: conoció diferentes rincones del Conurbano bonaerense y experimentó el fanatismo por Boca Juniors, a pesar de que finalmente nunca asistieron juntos a La Bombonera.
A partir de la ruptura de esta relación, con el corazón roto por el abandono de su novia bonaerense y ya en viaje de regreso a Madrid, Sabina escribió “Dieguitos y Mafaldas”, un homenaje tanto a su romance de carne y hueso como el que mantenía y sigue manteniendo con la cultura argenta: más allá de las obviedades del título, en su letra menciona a González Catán, el colectivo 86, el club “xeneize” y los “veinte tangos de Manzi en los baúles”.
Y los “veinte años cosidos a retazos, de urgencias, disimulos y rutinas. Veinte años cumplidos en mis brazos, con la carne del alma de gallina. Veinte años de príncipes azules que se marchaban antes de llegar”, ya que una de sus últimas actividades juntos fue precisamente el festejo del 20º cumpleaños de Paula.
Con la frente marchita
Uno de los momentos cumbres no sólo del disco “Mentiras piadosas” (1990), sino de toda la trayectoria de Joaquín Sabina, “Con la frente marchita” salta entre el Río de la Plata y la “agüita del mar andaluz” para tejer una preciosa historia de amor con una chica (desconocida y acaso una simple metáfora) y sobre todo con Argentina, país con el que el cantautor mantiene su idilio desde hace décadas.
“Te morías por volver… con la frente marchita, cantaba Gardel. Entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud”. ¿Hay forma más rápida y precisa de describir un país?
Ambientada en la época de la última dictadura militar, todo nace en un puesto del Rastro madrileño (una especie de feria ambulante), donde un andaluz enamorado acudía a comprar sombreritos de lata a una argentina que se moría por volver a su tierra y “no quería más amor que el del Río de la Plata”.
La chica termina volviendo a Buenos Aires, y allá que se va Sabina a buscarla. Pero lejos de encontrarla, termina con su desgarrador grito “¿Dónde estás?”… en plena Plaza de Mayo . Un final abierto, pero más abierto a la tragedia que a la nostalgia.
Otras dos “perlas” argentas
Pero más allá de estas dos icónicas historias, hay otras dos más minimalistas que vinculan una vez más a Sabina con Argentina.
Una es una cita en “Nos sobran los motivos”, donde dice: “Qué poco rato dura la vida eterna por el túnel de tus piernas entre Córdoba y Maipú”.
Es que en esa esquina porteña (Córdoba y Maipú), a una cuadra del shopping Galerías Pacífico, está el hotel Libertador, donde solía alojarse Sabina y donde probablemente sucedió la historia (también de amor y desamor) mencionada en la canción.
Finalmente, la letra de otra de sus canciones más emblemáticas, “Peor para el sol” (“Física y química”, 1992), dice: “Nos sirvió para el último gramo el cristal de su foto de boda; no faltó ni el desfile de moda de ropa interior”.
Pues bien: según confesaría el propio Sabina años más tarde, la protagonista de este presunto affaire “existió, es de La Plata”.
Fuentes: La Nación / Infobae / letrasdesabina.wordpress.com