El 2 de mayo de 2024, desde el Hospital de San Vicente avisaban a la comisaría que había ingresado sin vida un niño de tres años. Estaba muy golpeado, su madre era la sospechosa y nada se sabía de su padrastro, quien había desaparecido tras el hecho. Un mes después, este se suicidó en su celda. Pasado el tiempo la madre fue liberada y la causa está por ser archivada.
Aquel día, el médico policial constató que ya sin vida, Atriel Acosta presentaba múltiples hematomas y excoriaciones, pero lo que le podría haber provocado el deceso era un golpe en el cráneo, producto del golpe contra una pared o el suelo. La autopsia reveló que poseía signos de tortura de vieja data.
La madre, una joven de 21 años fue detenida acusada en un principio como sospechosa del delito de “homicidio agravado por el vínculo”. En tanto, al día siguiente efectivos de la comisaría de San Vicente detuvieron en la zona de Picada Zulma a Darío René Romero (36), en momentos en que se dificultaba la búsqueda debido a los registros históricos de lluvias que caían en la provincia.
Ambos fueron trasladados a indagatoria y se abstuvieron de declarar ante el magistrado Gerardo Casco, a cargo del Juzgado de Instrucción de San Vicente. “Homicidio agravado por el vínculo”, fue la imputación a los dos, pero al padrastro se le sumó la de “lesiones leves agravadas por la convivencia”. Esto último referido a dos menores de 5 y 8 años, hijos del acusado con quienes compartían la vivienda en el barrio San Roque.
La pareja quedó alojada en dependencias distintas de la Unidad Regional VIII y en la División Custodia y Traslado de Detenidos estuvo Romero poco más de un mes, puesto que en la mañana del 7 de junio lo encontraron muerto. Había utilizado retazos de una frazada para colgarse del ventiluz de la celda.
Al morir el acusado se extinguió la causa contra él, pero la joven siguió investigada por la muerte de su hijo.
Los testimonios que recabó la Justicia, más otra serie de pericias, indicaron que la progenitora de Atriel no fue la agresora del niño, sino que había sido su pareja.
Aquel primer día de la causa cuando los efectivos dialogaron con ella en el hospital, manifestó que “le había pegado mucho” y por eso desde el primer momento fue sindicada como autora. Sin embargo, había tratado de encubrir a Darío Romero. Vecinos de la joven recordaron a Romero como “violento”, durante el tiempo que residieron allí. También trascendió que la violencia habría llegado incluso a hacer que la joven casi a principios del año pasado, perdiera un embarazo tras una golpiza.
Oportunamente PRIMERA EDICIÓN había dialogado con la abuela de Atriel, quien reside en Oberá. “Ella no lo mató, no puedo pensar que hiciera una cosa así. Tuvo que ser él, era muy violento, todos los vecinos escuchaban cuando los maltrataba a los dos (mamá e hijo). Ellos vivieron un tiempo acá y se veía que era muy agresivo”. señaló María Cristina Acosta. “Ella llegó a irse a Buenos Aires porque vecinos de acá comenzaron a denunciarlo al hombre por las veces que le pegaba. También maltrataba y castigaba mucho a Atriel”, recordó.
También la mujer dijo que la joven no era violenta con su hijo, que solía corregirlo, pero nunca nadie en el tiempo que ellos vivieron en Oberá, observaron violencia extrema, como sí se lo vieron al padrastro del pequeño.
Según pudo averiguar este Diario, en enero la Justicia sobreseyó definitivamente a la joven. Lo que sigue en el devenir del expediente es su archivo, al haberse sobreseído a ambos y al principal sospechoso precisamente debido a su muerte.