Una mujer de 35 años permanece escondida y aferrada a su teléfono celular con la aplicación de botón antipánico suministrada por la Justicia provincial bajo el temor que su expareja, un suboficial de la Dirección Guardia de Infantería de la Policía de Misiones, cumpla con sus amenazas: “Te voy a matar, no querés volver, yo te voy a matar, prepárate hija de puta”.
La causa se inició el lunes 3 de febrero con la denuncia en la Dirección Asistencia Familia y Género de la Policía sobre la persecución, violencia y robo que habría sufrido la víctima durante dos años de relación de pareja con un cabo de 32 años que presta servicio en Infantería desde 2018 y que le habría apoyado una pistola calibre nueve milímetros, el arma reglamentaria, en varias ocasiones. En otras la habría asfixiado apretándole el cuello para que no se resistiera a los abusos sexuales y en los hechos más extremos la amenazó con matarla tanto a ella como a su familia si intentaba romper el vínculo o lo denunciaba.
Respecto a las persecuciones, la denunciante sostuvo en el expediente que se tramita en el Juzgado de Instrucción 3, de turno durante febrero, que en motocicleta el robusto efectivo policial la sigue y la espera antes de entrar o salir de sus actividades habituales, gimnasio, comercio o viviendas de familiares y amigos.
En sus denuncias amplió que solo posee el botón antipánico como alternativa para defenderse y que fueron ordenadas las medidas de restricción y prohibición de acercamiento de seis meses, pero que el Cabo de Infantería transita por calles próximas a la residencia de la víctima amedrentando a ella y a toda su familia. Lo hace con motocicleta Rouser 150 sin papeles, ni patente: “Él se ríe de los controles y dice ‘yo soy de Infantería, a mí si me paran les saco la credencial y no me toca nadie, no me multan, ni me sacan la moto’”.
En su denuncia, la víctima recalcó que cuando le reclamó por el dinero del alquiler de una vivienda que su familia le facilitó como ingreso, la reacción fue de mucho más temor porque le solicitó que le devolviera lo que le había sacado cuando aún compartían una cuenta de billetera virtual. Resaltó que la citó para solucionar el problema económico y cuando ella se presentó al lugar acordado en la vía pública, el policía comenzó a exigirle que retomaran el vínculo sentimental y de convivencia como única chance para que le devolviera sus ahorros.
También relató que el día que el acusado retiró sus pertenencias del inmueble que compartieron le dejó una bala sobre la mesa a modo de advertencia y amedrentamiento.
De esta situación de miedo, la mujer escapó y volvió a ocultarse en un pequeño departamento que sus padres poseen para alquilar en Posadas.
Las fuentes policiales contactadas por este efectivo remarcaron que no son pocos los incidentes que habría protagonizado poniendo en riesgo a su pareja y que tampoco su conducta paralela a la institucional estaría exenta de actos llamativos: “Se ofrece para posar en videos y fotos para otras personas, principalmente hombres, a cambio de dinero. Es un policía y se promociona en redes sociales con acciones, por lo menos, polémicas y que generan inconvenientes”.
Entre los datos aportados por la víctima y volcados en la denuncia, figurarían los perfiles de redes sociales (Facebook e Instagram) con estos servicios y hasta un número de celular para contactarlo por las aplicaciones Whatsapp y Telegram.
Respuesta: silencio
En cuanto a la reacción de las autoridades policiales tras las denuncias y las órdenes judiciales de restricción y prohibición de acercamiento del acusado hacia la víctima, no se informó ninguna medida de traslado, suspensión, apartamiento, disponibilidad, hasta el momento. Las mismas voces contactadas por este Diario remarcaron: “Informalmente dijeron que fue trasladado a Eldorado, pero eso no efectuó aún, por lo que continuaría bajo dependiente de la Dirección Guardia de Infantería en Posadas”.
El policía señalado es nacido en San Javier y durante las últimas horas fue notificado por el juez de Violencia Familiar 2, Alvaro Daniel Gunther, de la prohibición de acercamiento pero también la obligación de iniciar un tratamiento para su salud mental de inmediato en alguna institución pública o privada, labor que deberá comunicar su evolución durante los seis meses que rige la restricción.
“Es inexplicable el miedo que siento”
La víctima de la violencia de género ejercida por un policía dialogó con PRIMERA EDICIÓN, y de su relato se resaltan detalles que no pueden ser relativizados por ningún organismo de seguridad y justicia y merecen una respuesta de contención inmediata: “Volvía alcoholizado a casa de madrugada, después de juntarse con sus amigos y compañeros de trabajo y como toma anabólicos porque entrena, mide 1,93 metros de alto y pesa más de 100 kilogramos, se ponía loco, me despertaba, me arrancaba las sábanas y se me subía encima y violaba. Se reía y me decía ‘dale, dale denúnciame, llamá al 911 son mis amigos los que te van a atender, a ver a quién van a hacer caso’. Me asfixiaba con las manos, yo peso 55 kilos y me amenazaba. Me gatillaba el arma en la cara y me gritaba que, la próxima vez, la pistola iba a estar cargada”.
“No podía salir a ningún lado, me perseguía si no le respondía rápido los mensajes de celular. Si estaba en el gimnasio, por ejemplo, se aparecía y me gritaba”.
“El año pasado, cuando yo todavía tenía los puntos de una operación, me violó igual, se me tiró encima y oriné sangre durante varios días. El miedo que yo siento es inexplicable, es inmenso”.
“Desde el miércoles cuando leí que otro policía intentó matar a una mujer en el barrio El Palomar (Ana María Oleynicak) y el sospechoso está prófugo, no puedo dormir, mi familia me contiene pero es desesperante no poder salir a la calle sola”.