El año que pasó nos dejó agotados. Ya empezamos febrero del 2025 y si pudimos tomarnos vacaciones quizás nos recuperamos del cansancio, pero creo que nos pasa algo diferente este año: hay dos tipos de cansancio uno de extrema necesidad de dormir y el otro es una extrema necesidad de paz.
Esa paz la conseguimos en el silencio y justamente es eso lo que no se encuentra en esta cultura donde vivimos llenos de ruido.
La búsqueda de la paz la tienen aquellas personas que han tocado fondo de diferentes maneras, ahí te das cuenta que nada tiene sentido si tu corazón no tiene paz.
Nada llena un corazón atormentado que siente miedo, angustia, tristeza o tantas emociones que nos roban la paz.
A veces confundidos buscamos afuera, nos rodeamos de gente, de música de ruidos, tratando de tapar aquello que sentimos, y por momentos casi lo logramos, pero cuando nos detenemos a descansar no podemos, aparecen en nuestra mente una y otra vez esos recuerdos que golpean dentro nuestro para ser escuchados sacados y sanados.
Todo ser humano por más cuidado que haya tenido, ha sufrido o lo hará, no sé a qué se debe, si es un aprendizaje como dicen algunos, otros hablan de karma, otros de cruz, lo que sí sé que lo que nos sucedió nos lastima, nos marca y nos condiciona para amar.
Un corazón endurecido por el dolor se cierra y ahí es cuando empezamos a confrontar con otros, lastimamos porque estamos lastimados, sufrimos cada uno a su manera con lo que nos sucede hasta que nos agotamos y empezamos a buscar Paz. Esa paz que nos deja tranquilos, llenos, saciados.
A mí me sucedió que, después de tanto andar la encontré en Dios. La paz es el elixir del alma, la gran buscada en corazones heridos.
Hoy te propongo que mientras leas inhala, exhala y afloja con la respiración la zona del plexo solar (boca del estómago) solo para sentir el aire que entra a los pulmones conectar con tu cuerpo, sentirlo.
¿Podés sentir cómo está hoy tu corazón? ¿Está duro, enojado, triste con miedo o está en paz?
Solo respira y sentí, permití que tu cuerpo se exprese, hable, y lo escuchás. Abrázalo, dale gracias, sentí la paz que te da eso. Y ¡disfrutálo! Bendiciones.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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