Después de ganar el concurso “Buscando voces nuevas”, impulsado por Radio LT 13, Arturo Hilario “Lalo” Doretto González (81) comenzó su carrera como solista y se puede decir que a partir de ese momento pudo “tocar el cielo con las manos”. Nacido en Bonpland, cerca del arroyo Magdalena, en el seno de una familia de 12 hermanos, la música fue un condimento para que su vida diera un giro inesperado y pudiera explorar las más diversas facetas como cantautor, conductor, animador, productor y hasta político. Estudió en la escuela politécnica de Bonpland donde aprendió el oficio de carpintero y durante la adolescencia se trasladó a Oberá, donde ya residía una de sus hermanas, y se dedicó a trabajar en el rubro durante varios años. Su primer empleo fue en la carpintería de Don Vivero, que era conocida en ese momento, y se encontraba sobre la calle Tucumán.
En ese momento ya contaba con los rudimentos de la guitarra. El primer instrumento fue adquirido por su tío “Toto”, que se ocupaba de la elaboración de yerba mate en barbacuá. “Recuerdo que fui a tarefear un poco de yerba y cuando volvió de haberla entregado, me trajo una guitarra porque sabía de mi gusto por la música”, dijo “Lalo” que, desde pequeño, se pasaba silbando o tatareando canciones.
De acuerdo a lo relatado por su hijo Fabián, “los familiares, los padres, los tíos, se dieron cuenta que esas ganas afloraban a pesar de la edad. Es por eso que su tío le compra la guitarra con el dinero que él mismo había generado con la cosecha. Y aprendió siendo autodidacta, aprendió de oído, entonces cuando vino a Oberá ya sabía rasguear el instrumento”.
En la Capital del Monte se puso a trabajar y empezó a rodearse de amigos que lo conectaron con otros muchachos que también eran músicos, y se fue haciendo conocer en el ambiente. Después empezó como solista y se presentó en el famoso concurso de LT 13 que se llamaba “Buscando voces nuevas”. Con 21 años, se consagró entre numerosos participantes.
En la casa de los Doretto son todos docentes, tanto su esposa María Elena Horot -a quien conoció cuando llegó a Oberá- como sus hijos: Miriam Fabiana, Fabián Ariel, Claudia Itatí. Y para no quedarse atrás, “Lalo” también decía que era docente “porque se levantaba a las 12. Era un chiste que siempre hacía” y ahora recuerda con una sonrisa.
A 60 años de ese suceso, “Lalo” puede asegurar que “fue una experiencia hermosa porque me dio impulso para salir a cantar solo, a cantar por mi cuenta y por mucho tiempo”. Ganó el certamen cantando uno de sus temas preferidos que era “Misiones porá”. El evento se realizaba al aire libre, era algo multitudinario. La radio tenía un salón auditorio desde donde se emitían varios programas y al que el público podría ingresar para asistir. El día que “Lalo” actuó, había espectadores afuera, en las escalinatas, en la vereda. “Se llenaba de gente porque era todo un atractivo, eran otros tiempos en los que no había, como ahora, un montón de actividades recreativas a las que los vecinos pueden acudir. En ese tiempo, la radio era todo, era fundamental. Ese fue el surgimiento”, manifestó.
En la actualidad existen numerosos concursos de cantores o de músicos que, “gana uno, gana otro, y a los pocos meses nos olvidamos quién ganó. Algunos surgen a la fama y otros se quedan. Pero en aquel entonces no era así. Yo tenía mucho impulso y me hice conocido, ocupando un lugar ya dentro del concierto de músicos locales”.
A su entender, en aquel tiempo “la radio tenía mucho predicamento, era lo único que había. Surgí a la fama dentro del pueblo, dentro de la ciudad, por haber ganado ese concurso”. A partir de ahí empieza a actuar en muchos escenarios y conforma su propio conjunto “Lalo Doretto y los Trovadores del Litoral”. Siempre fue esa la denominación, aunque cambiaron muchas veces de compañeros.
Para escribir, Doretto dijo que “normalmente me inspiraba en la vida, en la forma de vivir, en las costumbres con mi familia, que creo fue una base importante. Siempre tuve la aprobación de la gente y por eso hice varios temas que realmente gustaron”. El amor y los paisajes también tienen un lugar preponderante en sus letras. Además de chamamé, compuso muchos temas con ritmo de chotis que también pasaron a la historia, porque hasta hoy son interpretados, cantados por muchos intérpretes. En su momento lo hacía el recordado Teodoro Cuenca, a quien lo unía una gran amistad.
“Teodoro cantaba sus chotis y papá cantaba los chotis de Teodoro y se grabaron mutuamente. Cuando venía a Oberá se quedaba a dormir en casa. Lo conocimos muy de cerca, fue un amigo de la familia”, alegó Fabián.
Y expresó que su padre tiene temas románticos, “muy lindos, clásicos. En aquella época se cantaba mucho al amor. Tiene temas desconocidos, que conozco porque soy hijo, pero como los long play ya no se ocupan, entonces no se difunden. Pero hay temas, como, por ejemplo ‘La lluvia, tu amor y mi amor’, del que recuerdo la letra entera, pero porque como también escribo y un poco tengo de poeta, sé lo difícil que es trasladar a la hoja en blanco una letra”.
Conoció a muchos artistas de renombre en toda su trayectoria. “Con mis andanzas por distintos lugares conocí a muchísimos grupos y conjuntos muy bien formados, los recuerdo con mucho cariño y guardo muchos recuerdos. En Buenos Aires también conocí a los grandes como Mario del Tránsito Cocomarola, Ernesto Montiel, los Hermanos Cardozo, los Hermanos Barrios. Todos músicos grandísimos que fueron inspiradores y grandes amigos”. Fue amigo de Julio Cáceres, de Los de Imaguaré, de Teodoro Cuenca, de Ricardo “Cacho” Barchuk, artistas populares regionales “porque fueron nuestros”.
La letra dice: “La lluvia que cae me trae tu recuerdo, me siento tan solo soñándote amar. Las horas son largas, los días no pasan. Qué triste es la vida cuando tú no estás”. Y “eso no lo escribe cualquiera. Fui testigo de los largos ensayos en casa, de la gente que venía a verlos, siempre acá por calle Bárbaro”.
Un hombre carismático
En distintos momentos de su carrera, el hijo de Don Pedro Doretto y de Doña Rosa González, condujo tres programas de radio. “Mateando con música”, en Radio Integración; “Con sabor a Litoral” y, los domingos, “Así es mi gente”. Cuando era músico, pasó por los estudios de la LT 13 que lo vio surgir, con un programa que iba los sábados de 13 a 15 y se llamaba “Camino, sapucay y chamamé”. En aquel entonces esa radio, que estaba a cargo de Hugo Amable, era una potencia.
Como conductor, “Lalo” también tenía que hacer la musicalización. Había una locutora comercial y la gente escribía cartas a fin que las leyera al aire. Muchos vecinos iban a presenciar el programa. Muchas veces se presentaban conjuntos en vivo, su conjunto también actuaba, se producía una dinámica importante con la gente. Cuando terminaba, por lo general, el colectivo o la camioneta con los equipos lo estaba esperando porque desde ahí salía hacia los bailes. “En el programa anunciaba, por ejemplo, hoy estaremos en el Salón Correntino de Los Helechos, hoy en el salón Kasner, hoy en el salón de Campo Ramón o de Villa Bonita. Y la gente lo esperaba en esos lugares. Cuando era chico iba a los bailes que papá animaba, pero ya estaba en su última época. En el Club Cooperativa, en el Salón de Residentes Paraguayos, eran encuentros multitudinarios, como así también en las colonias”, rememoró su hijo. Una vez “me dijo de manera risueña Eugenio Kasalaba: mirá, cuando en la colonia Los Helechos sabíamos que venía tu papá, nos preparábamos dos semanas antes. Era como si llegara un artista internacional. Y es verdad porque con la gente con la que converso, confirma que es así”.
Compuso un chamamé dedicado a Bonpland, su pueblo natal, al que llamó “Quiero brindarte pueblo querido” que hace unos diez años se convirtió en la canción oficial del municipio, que se canta en los actos, y es una cosa que “Lalo” valora mucho.
Indicó que “era todo un espectáculo para las colonias donde actuaban músicos ya consagrados, también aquellos que estaban en la chacra pero que aprendieron a rasguear la guitarra y que por fin tenían un escenario para tocar. Muchas veces, por las vueltas de la vida, ese chico después se convertía en un grande de la música. Pero ¿quién le dio el primer micrófono? ¿o la posibilidad de salir al aire en una radio? Era obra de “Lalo”. Eso era con el consiguiente beneficio para las comisiones de escuelas, de capillas, de clubes, que reunían un buen dinero con el espectáculo. Era un atractivo, la gente se agolpaba. No era solamente música en vivo, sino diversión, baile, y sabían que estaban saliendo en un medio de comunicación, que tenía otra particularidad. Él hacía esas cosas. Ahora parecen fáciles, parece que cualquiera puede hacerlo, pero en aquellos años no lo hacía cualquiera por eso digo que fue un precursor en esas cosas. Dio lugar a que mucha gente a fin se luzca, que trascienda”.
También, al decir de Fabián, su padre hizo famosos o conocidos a muchos locutores de la zona centro, que hoy son de renombre. “Había locutores comerciales, operadores, conductores y animadores, a los que nadie conocía y él los nombraba a cada rato, les ponía sobrenombres. Algunos lo recuerdan con cariño y algunos se olvidaron, pero eso pasa en la vida también. Impulsó a muchos que saben que, si no fuera por ‘Lalo’, que le dio ese lugar a su derecha, hoy serían uno más del montón”.
Vínculo con los artistas
Con los artistas misioneros, el vínculo se daba naturalmente porque se encontraban en los escenarios, se generaba como una amistad detrás de escena y después se iban a cenar o a compartir algo. Tal es el caso de Luis Ángel Monzón, el “Chango” Spasiuk o Isaco Abitbol, que vivía en Posadas, con que “se armaba la guitarreada y se mezclaba todo”. Cuando Ernesto Montiel vino a actuar a Oberá en una oportunidad, “Lalo” no lo conocía por lo que se había ubicado entre el público, pero no faltó alguien que le dijera a Don Ernesto: “acá hay un músico”. Se presentaron y surgió la amistad. Con los “grandes” no había una amistad de hecho, “sino que papá se acercaba cuando se daban las circunstancias, a partir de su condición de músico -como en cualquier otra profesión tienden a juntarse porque, como dicen ahora ‘son del palo’-. Se empieza en una conversación y siempre se termina musiqueando, compartiendo un vino o lo que sea”.
Fue amigo de Julio Cáceres, de Los de Imaguaré, de Teodoro Cuenca, de Ricardo “Cacho” Barchuk. “Teodoro se fue muy pronto, fue mi amigo y un gran seguidor nuestro, que tenía una voz portentosa, inigualable. Con él teníamos esas discusiones polémicas porque Teodoro era un poco del culto a la galopa, al chotis y no iba tanto por el chamamé como yo”, dijo el abuelo de: Marcia, Diandra, Sofía, Lourdes, Leandro y Emiliano, a quien la música le dejó “un montón de cosas muy lindas porque me unió a mucha gente, conocí a mucha gente, de paso supe hacerme conocer con grandes cultores de nuestra música y de cada uno saqué sus intenciones, su forma de tocar, y reconozco que soy un agradecido por haber conocido a tanta gente linda”.
Doretto estuvo en una de las primeras ediciones del Festival Nacional del Chamamé, en la capital correntina, allá por 1965. En ese escenario se congregaban grandes estrellas del chamamé y “Lalo” pudo compartir con ellos. “Aunque fuera de testigo, es algo que muchos no pudieron vivirlo, pero papá sí tiene esa experiencia”, dijo el hijo, al tiempo que aclaró que “siempre lo invitaban a los grandes festivales de la época. Estuvo muchas veces en el Festival Nacional de la Música del Litoral y en la Fiesta Nacional del Inmigrante”.
De gurí, Fabián fue testigo de discusiones sobre la identidad musical misionera que tenía con Cuenca, que “eran muy productivas, que terminaban con una guitarra, cantando juntos y comiendo algo. Eran discusiones lindas para escuchar, donde cada uno expresaba su argumento, pero después terminaban siempre en el abrazo, en la amistad sincera”. También tiene una amistad con el Chango Spasiuk que siendo jovencito pasó por su programa, donde cantaron y tocaron juntos. Tienen grabaciones juntos y marcó un hito fundamental en la carrera de “Lalo”, que estuvo en el escenario mayor de Cosquín de la mano del apostoleño. Allá por 1997 y ante la plaza “Próspero Molina”, cantó dos temas, uno fue el “Canto a Ñande Reta”. “Para papá fue una experiencia única porque muy pocos pueden subir a ese escenario. Fue todo un suceso. Cuando volvió, le pregunté ¿qué sentiste ante el público de Cosquín? Me contestó: esta vez sí me temblaron las patas. Tuvo esa experiencia que pocos músicos misioneros tienen”.
Una gran oportunidad
Para el protagonista de esta historia, trabajar en radio, utilizar el micrófono para llegar a tanta gente, “fue una gran oportunidad, además, una ocasión para mostrar a la gente lo que hacía, para hacerme conocer y de tener tantos amigos como tengo, así que además de ser un agradecido a la vida, soy un agradecido a la radio”. A través de este medio también llevó el chamamé como bandera. Es de los chamameceros tradicionales o de ley, de los que pocos quedan. “La mayoría de los músicos de su generación, lamentablemente, fallecieron. Lalo es uno de los últimos horcones que sostiene a esa generación tan fuerte que llevó el chamamé adelante, el chamamé de raíz, el chamamé puro, que hoy parece hasta prejuicioso decirlo, porque está modernizado, pero él lo hizo en su doble condición: como músico y como difusor. Al difundir también estaba haciendo docencia. Enseñaba a las nuevas generaciones sobre nuestra música, a la que pertenecemos. Está todo el bochinche que los jóvenes escuchan hoy, pero nosotros sembramos lo auténticamente nuestro”, refirió su interlocutor.
Es que, en radio, también fue un precursor en muchas cosas. “En un tiempo donde este medio de comunicación era muy estructurado, con el chamamé a cuestas, hice programas que se salieron un poco del canon. Impulsé, por ejemplo, a un montón de grupos jóvenes que se iniciaban y que después se consagraron. Los que siempre me agradecen son los hermanos Núñez, que eran chiquititos y ya tocaban en mi programa. Ellos nunca se olvidan de eso”. Los domingos tenía un programa que se llamaba “Así es mi gente”, que hasta ahora es muy recordado, “que fue único en su tipo, porque salíamos a distintos lugares con los equipos de la radio. En aquel entonces había que llevarlos en un camión y había que subir la antena arriba de un árbol para captar la señal. Ahora te vas con un equipito y si hay Internet, tenés todo resuelto”, graficó.
Fabián explicó que el chamamé, por lo general, tiene cuatro estilos o vertientes de las que abrevan la mayoría de los conjuntos que vinieron después: Cocomarola, Tarragó Ros, Ernesto Montiel e Isaco Abitbol. “Dentro de lo que papá hacía, siempre le gustaba el chamamé más melódico, más romántico, el chamamé más lento. Ese era el estilo que cultivó yel estilo de los temas que hizo. En los festivales, en los bailes, hacía todo tipo de chamamé a gusto del público, pero en lo que estrictamente le gustaba y le gusta es el chamamé que tiene letras profundas, letras románticas o letras de paisajes, pero bien escritas, bien definidas. Por eso se inclina hacia los Hermanos Barrios o los Hermanos Cardozo”.
A principios de 2020 y por problemas de salud, “Lalo” comenzó a alejarse de todas estas cosas que lo mantenían en constante movimiento. La imposibilidad de viajar hizo que, a fines de 2019, dejara “De Misiones al Mercosur”, programa que condujo por Canal 12 por el lapso de quince años. “No fueron fáciles los primeros tiempos. Muchas veces una delegación de Oberá tenía que viajar para apoyarlo porque llegar a Posadas desde el interior, a ese lugar ganado por los capitalinos, donde había muchos difusores, era complicado. Los primeros programas se hicieron en el canal, pero después fueron adoptando la modalidad de salir a las escuelas, a las capillas”.
El preferido
“Lalo” es autor también de muchos temas musicales. Al menos uno de ellos, “Canto a Ñanderetá”, pasó a conformar el cancionero popular del Litoral y es “emblemático” de la provincia. Hace unos años fue el tema principal de Iguazú en Concierto. Las orquestas provenientes de todo el mundo tenían que interpretar el tema de Doretto, que tuvo el placer de presenciar semejante puesta en escena. “Fue grabado por una infinidad de grupos, tanto chamameceros como músicos de música cervecera, de música brasileña. Es que es un tema que tiene una letra tan fuerte y una cadencia en la parte musical que lo vuelve muy lindo, muy bonito, muy emblemático. Extraoficialmente sabemos que cuando se hizo la presentación de temas para ver cuál sería la canción oficial de Misiones, ‘Canto a Ñanderetá’ estuvo en danza, pero, finalmente lo ganó Misionerita”, expresó el autor. Ese tema “está en la lista de preferidos y la cantidad de músicos que lo grabaron es increíble”, enfatizó.