Diego Godoy, profesor de Educación Física de 38 años, nacido de Posadas, realizó una travesía monumental recorriendo más de 12,000 kilómetros a lo largo de la emblemática Ruta 40 y otras rutas argentinas. A bordo de una moto de 110cc, marca Motomel modelo Blitz, y con muy poco equipaje, Godoy emprendió esta aventura que duró varias semanas, conociendo lugares emblemáticos de la naturaleza argentina, y logrando llegar al faro de Cabo Vírgenes, en Río Gallegos, para coronar esta aventura.
Junto a su amigo Leo Georgadis, quien se unió desde Ituzaingó, Corrientes, partieron de Posadas por la Ruta 12, luego tomaron la Ruta 16 y finalmente la Ruta 9 hasta La Quiaca, donde oficialmente comenzó el recorrido planificado por la Ruta 40. “Dimos como posta de inicio ahí y empezamos a recorrer de norte a sur toda la ruta 40”, explicó Godoy.
Asimismo agregó: “Hice 1,500 kilómetros de acá hasta La Quiaca, y después tenés que sumarle 5,080 aproximadamente porque no son exactos los kilómetros de la 40”. Contó que este recorrido lo completó en 34 días y después de finalizar la Ruta 40, decidió continuar su aventura hacia la isla de Tierra del Fuego. “Emprendí mi travesía a la isla de Tierra del Fuego, que fue un proyecto que estaba ahí dando vuelta”, comentó, “logramos recorrer Río Grande, Tolhuin y llegamos al fin de la carretera del fin del mundo, que es la ruta tres en Baie Lapataia”. Sobre esto último detalló que llegó a Ushuaia con la 110 sin ningún tipo de perfecto mecánico “eso lo hicimos en 36 días”.
El docente enfatizó que su viaje no se trataba simplemente de un recorrido turístico. “Mi viaje no fue planteado ni pactado como un viaje plenamente turístico. Imagínate que en 12,000 kilómetros, hacer un trabajo exhaustivo de turismo sería un viaje de nunca terminar”, aseguró. En cambio, su objetivo era completar la Ruta 40 en el menor tiempo posible. “Era salir de Posadas, llegar al punto inicial de mi travesía y ver en cuánto tiempo podía completar esa ruta”, explicó Godoy.
Si bien, desde la tierra colorada partió acompañado, hubo un gran tramo de su aventura que viajó absolutamente solo y confiando en su vehículo. “Leito me acompañó hasta San Carlos de Bariloche y yo continué hasta completar la 40 hasta Río Gallegos”, agregó.
A lo largo del recorrido, Godoy enfrentó diversas condiciones climáticas y geográficas. “La 40 es una vía neural del país que abarca todas las regiones de nuestro país”, afirmó. Desde el clima seco y cálido del norte hasta los vientos en la Patagonia, experimentó de todo. “Las cosas se pusieron complicadas cuando crucé de Bariloche al Bolsón, donde el viento se hace presente y te pone un freno a los días”.
La moto, un fierro
Contra todo pronóstico, la moto de Diego se la bancó sin presentar ningún inconveniente más que algún que otro pinchazo. “Lo que sería la pedana o el plástico que cubre el motor no se desarmó jamás, ni siquiera ahora cuando llegué”, contó. A esto último agregó: “La moto no tuvo ningún desperfecto mecánico. Le iba haciendo los pertinentes chequeos y cambios de aceite. Así como la ves, así se fue y así volvió la moto”.
La Motomel Blitz 110cc, es uno de los modelos más económicos del mercado, y alcanza como máxima una velocidad de 70km/h. El vehículo no tuvo modificaciones mecánicas, solamente se agregó un portaequipajes y un cambio de cubiertas durante el trayecto, a raíz de las pinchaduras mencionadas. Desde la empresa fabricante, aún no se han comunicado, aunque ya conocen la historia del misionero: “Recién me comenzaron a seguir en instagram los de Motomel”, contó.
Por otro lado, señaló que uno de los aspectos más destacados del viaje fue la conexión con la gente. “Conocí mucha gente en el camino, así que se dieron re bien las cosas”, relató Godoy, quien encontró camaradería y apoyo entre otros viajeros y habitantes de las localidades que visitó.
Al hablar sobre su experiencia, Godoy hizo una salvedad: “No soy ni el primero ni el último ni el único que viaja en baja cilindrada. Hay muchos referentes argentinos que viajan en motos de baja cilindrada”. La elección de su moto, que inicialmente fue una decisión logística, se convirtió en un símbolo de su determinación. “Claramente fue esa la el rumbo que tomó el proyecto, y por suerte se fue moldeando bien y salió todo bien”, dijo.
Finalmente, Godoy reflexionó sobre su deseo de continuar explorando Argentina. “Estoy abierto a colaboraciones y quiero entrar en el mundo del viaje de una manera más profesional”, concluyó. Para aquellos que desean seguir sus pasos, ofreció un consejo valioso: “La pa ciencia es clave. Este tipo de viajes requiere planificación y una visualización realista de las distancias y tiempos”.