Cada año previo al inicio de clases entra en agenda el UPD (último primer día de clases), un festejo de los estudiantes secundarios que están por comenzar su último año.
Este acontecimiento suele generar preocupación entre los padres, por miedo a que “se descontrole” o surjan excesos de consumo de alcohol que pueda afectar la integridad o salud de los chicos. De hecho, en las últimas horas se viralizó el video de un adolescente de Entre Ríos, quien durante el festejo, sostenía un mortero -pirotecnia-, el cual explotó cuando lo manipulaba y la situación se volvió trágica: debieron amputarle la mano.
Para saber cómo las familias pueden abordar esta situación de manera responsable, en FM Santa María de las Misiones consultaron con la psicóloga Cecilia Castillo, especialista en Niños y Adolescentes.
Reconoció que la ansiedad por el “Último Primer Día” está presente no sólo en los chicos, sino también en sus padres. Por las expectativas de qué van a hacer, qué va a pasar y en qué estado llegarán a clases al día siguiente.
Hay que tener presente que esta actividad se popularizó en los últimos diez años en el país, y por lo general, implica una reunión del curso en un lugar particular -una casa grande, o alquilan un espacio, una quinta-, donde se reúnen a la noche, pasan toda la madrugada juntos y van en grupo al día siguiente al colegio, concretando así su “Último Primer Día”.
“El rito, por así decirlo, de estas fiestas, que se considera un gran problema, es el consumo de alcohol, que justamente puede descontrolarse. Por eso es necesario que los padres se involucren más en la organización”, sostuvo Castillo.
Sin embargo, sugirió maneras de involucrarse y estar presentes, sin invadir el espacio o márgenes de decisión que puedan llegar a tener los adolescentes sobre esta fiesta que es “única” y es “de ellos”: “Es importante una comunicación complementaria y no una comunicación autoritaria de meternos en la organización e indicar que hagan lo que los padres dicen. Por eso hay que generar redes de comunicación, incluso con algún líder positivo del curso, que generalmente son adolescentes abiertos al diálogo, con predisposición”, recomendó.
Es decir, que esta persona sea mediadora con los padres y éstos deben saber dónde se realiza la fiesta, quién va a estar. “Incluso esa noche – madrugada, según la cantidad de estudiantes que sean, deberían estar presentes algunos padres”, sugirió la especialista. “No hay que desentenderse del tema, las familias tienen que involucrarse, porque al fin y al cabo los que están ahí son nuestros hijos”, amplió.
En este sentido, Cecilia Castillo marcó la importancia de dos cuestiones que son “innegociables”, y que deben ser prioridad en estos festejos: “Como padres no se puede negociar la salud, el cuidado de uno y mismo y de los demás compañeros. Previo a la organización los padres pueden ayudar, para que tomen conciencia de los riesgos”, precisó.