Cada año previo al inicio de clases entra en agenda el “Último Primer Día” de clases (UPD), un festejo que se popularizó en los últimos años entre los estudiantes secundarios que están por comenzar su último año.
Este acontecimiento suele generar preocupación entre los padres y docentes, por miedo a que “se descontrole” o surjan excesos de consumo de alcohol que pueda afectar la integridad o salud de los chicos.
De hecho, en las últimas horas se viralizó el video de un adolescente de Entre Ríos, quien durante el festejo, sostenía un elemento de pirotecnia (un mortero) que le explotó cuando lo manipulaba y debieron amputarle la mano.
Samuel López, ministro de Prevención de Adicciones y Control de Drogas de la Provincia, trató de desdramatizar la cuestión y, si bien aconsejó ocuparse del tema para minimizar los riesgos de una tragedia o al menos un mal momento para los adolescentes, remarcó que al fin y al cabo hay que tener en cuenta que el UPD parte de un costado positivo como es el inicio de un nuevo año escolar y -en este caso- el hecho de entrar en la recta final de la educación secundaria.
“Hay que celebrar, porque llegar al último año de la secundaria es de gran valor y hay que destacarlo cuando lastimosamente nos encontramos con deserciones en los primeros años de la secundaria: que un grupo de estudiantes pueda superarse está bueno”, remarcó el funcionario en diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones.
“Lo que no está tan bueno -matizó- es cuando nos encontramos con un consumo episódico pero excesivo de alcohol“. Por ello “hay un trabajo constante que se realiza en las escuelas en los últimos años, hay una sensibilización previa, pero lastimosamente seguimos lamentando situaciones que van ocurriendo”.
“Sé que año tras año hay una mayor y mejor organización, inclusive hay empresas que se dedican a la organización de este evento y buscan todas las precauciones, las escuelas también están advertidas y tratan de hablar con los padres, aconsejar que (los alumnos) no vayan (a clases) el primer día si están en este estado. Pero son nuestros adolescentes y creo que amerita una charla de parte de los padres: ver dónde es el encuentro, tener los recaudos necesarios, no sea que lamentemos cualquier tipo de violencia que puede aparecer”, remarcó.
Y agregó que “cuando hablo de violencia, hablo no solamente de violencia física, sino que puede ser también violencia sexual, psicológica y en muchos casos hasta accidentes de tránsito. Anteriormente han aparecido hasta determinados juegos que incitan no solamente al consumo, sino a determinadas conductas que tienen que ver hasta con lo sexual”.
“Siempre hay un hermetismo también de parte de los adolescentes para no frustrar este tipo de encuentros, así que lo más importante es generar ese diálogo, ese marco de confianza y por sobre todas las cosas cuidar la salud integral y no tener que lamentar situaciones cuando el objetivo es otro”.
Respecto a qué pueden hacer los adultos ante el UPD y la “tentación”, por ejemplo, a no dejar participar a sus hijos, López advirtió a los padres que “nuestros adolescentes están terminando una etapa importante de su vida, que es la secundaria, y tienen que estar preparados para ser independientes, para asumir responsabilidades. Viene una etapa próxima que en muchos casos es una etapa universitaria o de un terciario, muchos se van a ir a vivir solos, y entonces tenemos que confiar en ellos y transmitirles esa seguridad“.
“Por sobre todas las cosas, es una gran oportunidad que se nos presenta como padres para poder conversar con ellos. Pero no podemos privarles de un encuentro entre amigos, porque eso forma y fortalece su propio carácter. Las relaciones sociales son fundamentales”, remarcó.
Para López, “se trata de una responsabilidad de todos: no solamente los padres, no solamente los adolescentes, sino también de las escuelas, de los directivos de la comunidad educativa”. Aunque al mismo tiempo, aconsejó a los jóvenes hacer “todo con mucha responsabilidad”.
Apuntó al respecto que “no es un capricho que esté prohibida la venta (de bebidas alcohólicas) a menores 18 años: todavía el organismo no está preparado para soportar (esa ingesta) y cuando lo hacemos en exceso, afecta mucho más y a veces podemos frustrar todo aquel proyecto de vida que tenemos, aquellos deseos, aquellas ideas que nos veníamos planteando a lo largo de la etapa formativa”.
“Yo soy un convencido de que cada vez podemos hablar más claramente con nuestros adolescentes, no existe ese tabú que por ahí existía en otras épocas de no no hablar acerca de sus realidades. Aprovechemos estas últimas oportunidades que se nos presentan como padres para acompañarlos en este crecimiento, pero siempre desde un encuentro sano y lo más cuidado posible”.