Una de las cuestiones que más claramente explicaron el triunfo de Javier Milei fue el hartazgo social en lo convencional, en los partidos que históricamente, con mayor o menor cuota, direccionaron los beneficios transformando el esfuerzo de algunos en ganancias de otros.
Ese eje discursivo fue, de hecho, tan bien instalado por las redes sociales libertarias que la mayoría llegó a creer que era posible torcer el rumbo. Pero la casta es la casta, solo cambian los nombres y las personas … y a veces ni eso.
Durante los últimos meses el superávit que con esfuerzo y sacrificio pagan jubilados y trabajadores sirve no solo para la propaganda oficial dentro y fuera del país, sino también para que los que mayor poder adquisitivo reúnen en Argentina pueda darse “algún gustito” más.
Así pasamos de moderar los incrementos de las cuotas de la medicina prepaga a la reducción de la alícuota del impuesto a los autos de alta gama.
El último grito de (La) libertad (Avanza) en este sentido es la simplificación del régimen para importar autos clásicos. Esta semana el Gobierno nacional le puso fin a las trabas que apuntaló la gestión anterior. Permitirá la importación de autos de colección que, además de la antigüedad, tengan un precio FOB que no sea inferior a 12.000 dólares… nada menos.
“País de pocos para pocos, cuyas facturas las pagan muchos”, soltó un economista tras conocer la medida del Gobierno. Hay cosas que no cambian.