Cada 17 de febrero desde 2008 se celebra el Día Internacional del Juego Responsable, con la finalidad de concienciar a la población acerca de los efectos negativos de las adicciones a los juegos de azar y en línea.
Si bien las campañas de sensibilización se vienen profundizando año tras año, resulta preocupante ver cómo nuestros jóvenes, cada vez a menor edad, se ven envueltos en el mundo de las apuestas y los juegos en línea que involucran transacciones de dinero.
Esta efeméride coincide, curiosamente, con el estallido del “escándalo cripto” en Argentina, después de que el presidente Javier Milei promoviera la compra de $LIBRA y el inmediato desplome de su valor.
Varios influencers perdieron mucho dinero, según se encargaron de difundir con virulencia por redes sociales, y quién sabe cuántos seguidores más del líder libertario están sufriendo lo mismo pero desde el anonimato.
El caso es que parece que todo un segmento de nuestra juventud (incluidos adolescentes y hasta niños) ve todo como una “timba” y entiende cada aspecto de la vida como parte de un juego, de una apuesta, o de una transacción monetaria.
Así, cualquier competencia de cualquier deporte en cualquier lugar del mundo se ve como una opción para “hacer plata”, las casas de apuestas online crecen exponencialmente, al mismo ritmo que los “esquemas Ponzi” muchas veces fraudulentos y otras muchas clandestinos, aunque “pibes” cada vez más jóvenes los promocionan con total descaro por redes sociales. Muchos de ellos -promotores y quienes les “compran” el mensaje- aún no tienen edad ni experiencia ni preparación para manejarse financieramente, pero se sienten los nuevos “lobos de Wall Street”.
El mensaje es claro: cuando el juego se convierte en adicción, deja de ser un juego. Por eso, difundir las graves consecuencias de los juegos de azar y las apuestas es una de las bases para combatir la ludopatía. La otra es afrontar de forma decidida la educación financiera de nuestros niños y adolescentes, cuanto antes mejor.