La reacción que viene mostrando el oficialismo y su líder, que al mismo tiempo es el Presidente de Argentina, viene siendo tan indigna como la misma memecoin que disparó todo este conflicto.
Anclar la defensa presidencial en la mera diferencia entre “dar difusión” y “promocionar”, o de si la cuenta de X es personal o del Presidente de la Nación raya el absurdo al igual que la totalidad de la entrevista y todos los personajes que en ella intervinieron.
Quizás al final de todo este proceso con final incierto el mandatario comprenda que ya no es candidato y que hay cuestiones que le trascienden. Viene con el cargo que buscó y al que llegó apelando a maniobras que rayaron el ridículo disfrazado de “disrupción”.
Alguien de su entorno, alguien al que verdaderamente le interese el bienestar del conjunto y no de minorías, debería levantar la bandera de alerta e, incluso, medir la respuesta que se le dará a una crisis como la que sucede hoy.
Milei es el jefe de Estado y como tal su palabra tiene un peso que lo trasciende, por mucho que desprecie continuamente la institucionalidad de su cargo. No basta con desentenderse o guionar una entrevista.