Para la venida de Cristo hubo que la energía elevar,
de ahí que los esenios por siglos vinieron a eso trabajar,
debido a ello no se mezclaron con la sociedad
sino que se mantuvieron aislados en comunidad.
Custodios del conocimiento de antiguas civilizaciones
que en rollos dejaron para otras generaciones.
En Amor Incondicional mantuvieron sus espíritus intactos,
entregando su sabiduría a quienes estaban preparados.
En silencio vinieron, sin pompas vivieron,
plantaron la semilla del Amor y se fueron
para retornar cuando sea el momento de cosechar
que es el mismo momento que el Cristo deba retornar.
Hoy han vuelto a la Tierra para la luz anclar,
en todos los rincones de ella, ya no más en comunidad
y al ir recordando su origen y bondad,
con su accionar enseñan lo que es vivir en hermandad,
haciéndoles saborear lo que es la verdadera unión,
preparan el regreso del Cristo en cada corazón.
Es éste un llamado a despertar a los esenios que aún no lo han hecho, pues el tiempo por el que hemos trabajado tanto y por el cual pedimos venir a terminar nuestra labor, es ahora.
Es tiempo de cosecha, mas no con palabras acercarás sus corazones a Dios, salvo que te lo soliciten, sino al ver tu vida ejemplar, tu alegría de vivir, tu paz imperturbable, tus palabras amables, tu levantar heroico después de las caídas, la inexistencia de ofensas acumuladas en tu personalidad, personalidad que abrazará el verdadero significado del Padre Nuestro practicándolo a diario:
Padre Nuestro que estás en todas partes y reinas en las cabezas de quienes das a conocer tu santo nombre Yo Soy y al mostrar Tu rostro dentro de sí, al reconocerse, solo pueden hacer Tu voluntad que se ve en sus actos y éstos son la única manera de testificar Tu nombre y cuando Tu Reino de Amor venga a las cabezas de los hombres, Tu voluntad será cumplida por todos y Tú nutrirás a diario sus mentes con Tus palabras y desde dentro nos perdonaremos a nosotros mismos para poder perdonar a nuestros deudores y cortar la rueda kármica, de esa manera podrás librarnos de todo mal. Amén.
Graciela del Carmen Zaimakis de Abraham
Escritora/ Escuela de Pensamiento
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