Transcurrida la peor parte de la recesión y el ajuste tendiente a robustecer el superávit, las preocupaciones domésticas deberían pasar por la generación de trabajo teniendo en cuenta la matriz productiva y empleadora del país.
En ese sentido, vale repetir que tanto la construcción como la industria manufacturera fueron siempre motores del empleo nacional. Desafortunadamente, fueron también los rubros que peor la vienen pasando con el nuevo modelo, sin contar a los jubilados, claro.
La construcción y la industria manufacturera, de hecho, encabezaron la pérdida de empleos en el último año según reportó la Superintendencia de Riesgos del Trabajo.
En un contexto de ajuste fiscal se produjo un retroceso del empleo registrado, con una caída neta de 13.216 empleadores o “unidades productivas” que emplean a uno o más trabajadores. En ese marco, se perdieron 246.163 empleos formales.
La cantidad de aportantes obligatorios al sistema que cubre los accidentes laborales se redujo de 512.898 en diciembre 2023, a 499.682 en igual mes de 2024.
Encarar desde ahora recursos y estímulos hacia esas actividades asegura que en el corto y mediano plazo otros indicadores se vean favorecidos.