Por: Héctor Aníbal Fischer
-Por enésima vez,
me dispongo a pintarla
-Siempre tendré un buen recuerdo
cuando fui al supermercado, en San Pedro
y quede satisfecho con la compra:
…¡una regadera metálica!
-Después, en otro lugar de trabajo
hice construir una huerta familiar,
mi hija me acompañaba para
hacer los pósitos y trasplantar la lechuga.
-Participar en el riego de las verduras
era un ritual que Priscila me exigía estar
a pesar de mis quehaceres,
¡todos los atardeceres!
-Cosechar las lechugas y preparar
una ensalada con tomates
¡jamás se ha de olvidar…!
-Las mudanzas fueron varias
con el correr de los años…
…¡que la regadera tuviera distintos colores,
no me parece extraño!
-Y hoy, al comprobar que necesita ser pintada
vuelvo a la tarea de la lija al agua
la pintura blanca de esmalte sintético con antioxidante
…todo por dentro y por fuera
¡porque se viene la primavera!
para que quede como antes…
-Siempre estuvo ahí
al lado de cualquier cantero
de las flores o las verduras
cerca del limonero, las ciruelas
o llevándoles ese líquido refrescante
a las vidas o al césped.
-Al final de más de cuatro décadas
por enésima vez
¡la vuelvo a pintar!
…Pensando en los hijos, los nietos
¿¿ME LA VAN A CUIDAR??