La crisis presupuestaria que afecta a las universidades nacionales se siente con fuerza en la Facultad de Ciencias Forestales de Eldorado. En el marco del paro universitario y las acciones de visibilización impulsadas por el comité de lucha universitario, el docente Javier Dos Santos brindó un panorama preocupante sobre la situación que atraviesan estudiantes y docentes en el interior de la provincia.
“Nosotros, desde el comité de lucha universitario, que somos un grupo de autoconvocados, que incluye estudiantes, docentes y no docentes, consideramos que las medidas de acción no tienen que quedarse solamente en un paro pasivo, de simplemente dejar de trabajar y quedarse en casa. Necesitamos acciones que permitan visibilizar el conflicto que estamos viviendo las universidades, un conflicto que se arrastra desde hace muchos años, pero que se agudizó en 2023, cuando no se presentó un presupuesto universitario para 2024”, explicó Dos Santos a PRIMERA EDICIÓN.
El docente advirtió que la prórroga del presupuesto impacta de manera grave en el financiamiento universitario, generando desigualdades en la distribución de recursos: “Las universidades están funcionando con presupuestos sumamente desactualizados y con una discrecionalidad preocupante. Si una institución se lleva bien con el gobierno de turno, recibe alguna partida adicional; si no, queda relegada. Esto genera una sumisión de muchos sectores, y los rectores, una vez resuelto parcialmente el problema de los gastos de funcionamiento, han dejado de lado la lucha por la situación salarial”.
En la Facultad de Ciencias Forestales, los efectos de la crisis se reflejan en una creciente deserción estudiantil. “El año pasado, en particular, vimos tasas de deserción muy altas. Lo preocupante es que esto no se debe a motivos académicos, sino a razones económicas. Muchos estudiantes abandonaron antes de agotar las instancias de evaluación porque simplemente no podían sostener los costos de la vida universitaria”, señaló Dos Santos.
El recorte de becas ha sido determinante en esta problemática: “Sostener un alquiler, cubrir los gastos básicos y mantener la alimentación se vuelve cada vez más difícil. Las familias deben tomar decisiones y, muchas veces, la urgencia de garantizar el sustento diario obliga a los jóvenes a dejar la universidad para salir a trabajar”.
Menos inscriptos
En cuanto a la cantidad de ingresantes, el docente indicó que este año el cursillo preuniversitario contó con alrededor de 150 estudiantes en las carreras de Ingeniería Agronómica, Forestal e Industria de la Madera, aunque todavía no hay datos oficiales sobre el resto de las carreras. “Sería fundamental que la universidad proporcione datos concretos porque, si bien no tengo cifras precisas, la tendencia muestra una reducción en la matrícula. Las familias directamente deciden no inscribir a sus hijos porque saben que no podrán afrontar los costos”.
Otro punto crítico es el impacto en el rendimiento académico. “Muchos estudiantes pierden instancias de evaluación porque no pueden trasladarse a la facultad debido al cierre del comedor o porque sólo pueden viajar el día del examen. Esto repercute en su desempeño, ya que no pueden estudiar en un ambiente adecuado, interactuar con sus compañeros ni acceder a consultas con los docentes”.
La crisis también ha afectado el servicio de comedor universitario. “Recién ahora, con el inicio de la cursada, se está habilitando el comedor en la facultad. El año pasado se redujeron drásticamente las becas y se implementó un sistema de categorización con becas completas, medias becas y un arancel para aquellos que no acceden a la ayuda. Esto antes no sucedía”, comentó Dos Santos.
Sobre el egreso de estudiantes, el panorama también es preocupante. “No tengo estadísticas exactas, pero es un problema común en todas las universidades. Aproximadamente, el 50% de los ingresantes logra pasar el primer año. Luego, la deserción se da de forma más paulatina, pero muchos estudiantes terminan ralentizando su ritmo académico porque deben insertarse en el mercado laboral. Carreras que deberían completarse en cinco años, terminan extendiéndose a ocho, nueve o incluso diez años”.
La situación de la Facultad de Ciencias Forestales es un reflejo de la crisis universitaria a nivel nacional. Mientras continúan las medidas de lucha, la comunidad académica de Eldorado busca sostener la educación superior en un contexto cada vez más adverso.