El 19 de marzo celebramos la fiesta de San José, patrono de la Iglesia universal y de nuestra ciudad. Esta conmemoración nos invita a seguir sus pasos en nuestra vida de fe como cristianos. La Iglesia nos presenta a San José como el amado padre de la Sagrada Familia, quien, al servicio del plan divino de la salvación, fue custodio de María y del Niño que llevaba en su seno. Él defendió a la Sagrada Familia de todos los peligros. Por ello, es oportuno reflexionar sobre las virtudes que este Santo nos transmite en este día.
La generosa entrega de San José a la Sagrada Familia es un modelo de amor y ternura. Es un padre que enseña a su hijo a caminar de la mano. En medio de las adversidades de la vida, nos muestra cómo caminar junto a Dios, con esperanza y confianza. En estos tiempos complejos, reconozcamos en San José la gracia de alegrarnos por el don de una familia confiada al padre y madre de cada hogar. Estamos llamados a llevar adelante el plan de Dios en nuestros hogares, protegiéndolos de los peligros que los amenazan. Junto a San José, somos guardianes de la salud física, emocional y espiritual de nuestras familias.
Él nos enseña a confiar en la providencia divina frente a las tormentas de la vida, permitiendo que Dios guíe nuestros pasos. Ante tantas incertidumbres, nos anima a abandonarnos en manos de nuestro Dios Padre, siempre que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance. Su ejemplo de vida nos invita a la oración, que es la fuerza principal para superar las adversidades.
Este gran padre adoptivo de Jesús nos impulsa a escuchar atentamente la voluntad de Dios, para así acompañar el camino de salvación. San José nos recuerda el valor del silencio en un mundo saturado de ruidos. Dedicar tiempo al silencio nos ayudará a acercarnos más a Dios como discípulos. Hablar con Dios en la oración es importante, pero es esencial escuchar a Dios, como lo hizo San José (cf. Mateo 1:20–25).
A través de su vida, San José nos enseña el valor de la dignidad y la alegría en el trabajo. Su figura se refleja en tantas personas generosas que siguen sirviendo a los demás en silencio con una entrega incondicional. Ellos son la esperanza de nuestra sociedad, ya que construyen la salvación con su ejemplo y testimonio. San José nos llama a un compromiso sincero en favor del bien común, recordándonos que todo trabajo, por sencillo que sea, es un acto de colaboración en la creación de Dios y la construcción de su reino en esta tierra.
San José nos invita a aferrarnos a los valores esenciales de la vida: el respeto por los demás, la verdad y el esfuerzo sincero frente a la tentación de una vida fácil que muchos eligen hoy. Su ejemplo de trabajo lo convierte en el patrono del trabajo, inspirándonos a ser creativos en la construcción de un hogar y una sociedad, basados en el esfuerzo auténtico, y a ser hombres y mujeres de verdad y de bien.
En este tiempo de dificultades y crisis económicas, San José nos llama al amor y a la solidaridad. Nos impulsa a superar nuestro egocentrismo y a acudir al encuentro de los necesitados en nuestra sociedad. Nos anima a ser la esperanza de un mundo que requiere respuestas desde el compromiso de cada uno de nosotros. Que San José, patrono de la Iglesia universal, bendiga e interceda por nosotros para que caminemos con confianza en la divina providencia.