Adriana Lorena Runge, electa empresaria del año, propietaria de la firma que desarrolló Ykua, una innovadora bebida que combina el té helado con jugo contó a Eco &Agro su entusiasmo porque, día a día, el producto se afianza en el gusto y la elección de la gente.
El té se ofrece en dos sabores: negro con sabor a durazno y verde con sabor a limón.
La combinación no fue al azar. “No es lo mismo poner durazno en el té verde y limón en el té negro. Porque el limón tiene una reacción antioxidante y decolora al té negro”, dijo Lorena en tono de experta.
Ambos sabores fueron elegidos tras cientos de pruebas de aceptación entre los consumidores.
Su nombre “manantial” y es todo un símbolo de Dos de Mayo, donde se encuentra la fábrica, en un cautivante entorno de monte y cascadas misioneras.
La gente lo elige no solo por tratarse de un producto 100% natural compuesto con 95% de té sin aditivos y jugo de frutas. Pero el hecho de tomarlo helado fue lo que conquistó el gusto de los misioneros. De hecho, Lorena se mostró más que optimista sobre la recepción de su producto y explicó que se trabaja fuertemente para continuar la expansión.
Actualmente, la producción diaria es de mil litros y se vende completa. Si la bebida comienza a expandirse fuera de la provincia, “será necesario aumentar la capacidad de envasado”, confió la empresaria.
Eso sí, para tomarlo aclaró que no se le pueden añadir otros elementos, como calor, ya que es un producto exclusivamente frío.
Sueño hecho realidad
“En 2014 iniciamos con el sueño de hacer un té saborizado. Mi esposo había viajado a Estados Unidos y vio que nuestra materia prima, que enviaban nuestros exportadores para allá, lo usaban para producir este tipo de bebidas. Nos preguntamos: ‘¿Por qué no hacerlo nosotros?’, no?” , relató sobre la idea que dio origen a todo.
Diez años tomó el proceso y no fue fácil, especialmente en los inicios. Tras varias etapas de desarrollo, el producto finalmente salió al mercado.
“Cuando logramos una fórmula estable, decidimos construir la envasadora, lo que nos llevó un año”, comentó. “El apoyo del sector tealero fue fundamental para concretar el proyecto”, dijo.
Y rememoró: “Probamos con muchísimos conservantes y sabores hasta que dimos con la fórmula ideal”.
Y luego explicó que uno de los mayores retos fue la obtención de insumos. Incluso algunos saborizantes fueron diseñados exclusivamente para la marca, debido a la dificultad de alcanzar el sabor deseado.
“Los conservantes y saborizantes son importados y están cotizados en dólares, lo que nos generó algunas dificultades. Sin embargo, en la actualidad los proveedores nos permiten pagar en pesos según la cotización del día”, explicó Lorena Runge.
A diferencia de otras bebidas industrializadas, este producto no contiene colorantes artificiales.
“El color es del té mismo, sin agregados”, aseguró. La única intervención consiste en el agregado de azúcar y saborizantes naturales.
“Compramos el té de secaderos aledaños y nosotros mismos lo procesamos hasta alcanzar el punto justo de sabor”, detalló Runge feliz porque es una salida más para los colonos tealeros en un contexto económico muy complicado para el pequeño productor.