Sea cual fuere el monto que el Gobierno argentino está cerca de cerrar con el Fondo Monetario Internacional, porque pareciera ser un secreto bajo llaves, al igual que las formas y los tiempos de devolución, prevalece hoy la duda sobre si alcanzará para frenar la sangría de reservas. Porque si hay algo que quedó claro tanto para Economía como para todos los argentinos es que el esquema de estos años no fue capaz de frenar la salida de divisas.
El acuerdo que está cerca de rubricar pondrá al país como deudor de nada menos que un tercio del paquete global del organismo crediticio.
Argentina será entonces un potencial cisne negro para el sistema internacional, ya que una cesación o el fracaso de los planes en marcha supondrían un efecto dominó que ni el organismo crediticio ni el concierto de naciones puede permitirse.
Y mientras el Gobierno y el FMI avanzan sin pausa hacia ese nuevo acuerdo, crecen las dudas porque quedan ocho meses para que se levante el cepo y lo único constante sigue siendo el ruido cambiario. Y la incertidumbre parte nada menos que de lo cotidiano. En apenas siete días el Banco Central debió vender más de 1.300 millones de dólares para contener la brecha.
Entonces, si con cepo fue imposible frenar la salida de divisas, ¿qué ocurriría si se renovara esa presión sobre el dólar sin tener obstáculos para comprar divisas? ¿Alcanzará lo que sea que se esté negociando?