Raúl Soldi, uno de los grandes pintores argentinos, nació el 27 de marzo de 1905 en Buenos Aires y murió en la misma ciudad el 21 de abril de 1994.
Inició sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes y en 1921 viajó a Europa. Estuvo en Alemania hasta 1923, cuando se trasladó a Italia, ingresando en la Real Academia de Brera (Milán), donde permaneció hasta 1932. Se vinculó en esa ciudad al grupo de artistas de vanguardia congregado en torno de la Galería del Milione.
Regresó a la Argentina en 1933 y efectuó numerosas exposiciones individuales en Buenos Aires a partir de 1934.
Sus obras tuvieron espacio en el Salón Nacional desde 1930 y en diversos salones provinciales, pero también en la Exposición Internacional de París (1937), en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA, en 1941 y 1943) y en otras grandes ciudades como Florencia y Milán.
En 1966 realizó la decoración de la cúpula del Teatro Colón de Buenos Aires, obra que pintó al óleo sobre tela que después fue montada y adherida a la superficie interior de la cúpula.
Dos años después viajó a Israel para pintar un mural inspirado en el milagro de la Virgen de Luján en la Basílica de la Anunciación, en Nazaret.
En julio de 1987, su cuadro “La Virgen y el Niño” fue incorporado a la colección de arte sacro de los Museos del Vaticano, en Roma, donde también está catalogado su “Santa Ana y la Virgen Niña”.
Soldi es considerado el “pintor poeta” de su generación y a través de su vida ha practicado una temática de fantasía y de recuerdos, con típicos personajes del circo y del teatro, en sus obras iniciales.
Posteriormente, abandonó paulatinamente esa temática y afrontó la composición con tipos humanos, la naturaleza muerta, el paisaje y retrato.
Un clima de sugestiva irrealidad caracteriza a sus cuadros, como consecuencia de una personalísima
estilización de las formas y de la fisonomía no menos personal de sus gamas colorísticas, en extremo delicadas y finas, plenas de resonancias poéticas y esencias emotivas.
Estas formas, ensambladas con el arabesco, los empastes firmes y los ritmos curvos, las transparencias de los tonos y el mencionado “clima” metafísico, sostienen su pintura que sabe crear expectación y misterio.
Otra faceta, menos conocida, de Soldi fue su rol como director de arte en una treintena de películas en las décadas de 1940 y 1050.