El funcionamiento del cerebro es complejo y todavía tiene sus misterios, tantos que ni la ciencia logra descifrarlos. Sin embargo, existen miles de estudios que dan fe de su gran poder.
Sabemos que somos energía y si unimos lo que deseamos a través del sentir desde el corazón con la razón podemos lograr una vida plena.
Existen situaciones en la vida que nos pegan muy fuerte y las vamos guardando para evitar volver a sufrir. Hay un mecanismo que nos protege para salvarnos la vida, es nuestra biología protectora. Pero a veces es mejor recordar que olvidar todo porque podemos estar jugando con un arma de doble filo porque al ser tan fuerte necesidad de olvidar que podríamos caer en el olvido profundo y desconectar totalmente de la realidad.
Recordar es la capacidad de recuperar información que hemos aprendido y almacenado, así que tenemos que estar recordando permanentemente para poder continuar con nuestras tareas, utilizando los recursos que aprendimos durante nuestra vida.
Cuando olvidamos algo que deseamos recordar nos inquietamos y también nos ponemos tristes cuando recordamos algo que preferiríamos olvidar.
Siendo conscientes de que tanto recordar como olvidar nos hace humanos, entonces lo idea es poder recordar lo que necesitamos y olvidar lo que no nos sirve.
Es algo automático por ejemplo, yo olvido historias o sucesos que evidentemente no me son tan útiles como algo que me contaron sobre alguien en particular y no es relevante para nadie. Olvido fechas y ante eso anoto las importantes.
Una herramienta para tener en cuenta siempre es la escritura, tener a mano una agenda o un diario para anotar lo que nos parece relevante.
¿Qué ocurre cuando vemos que nuestra vida no es la que deseamos? Pasan muchas cosas y una de ellas es que nos deprimimos. Resulta natural porque podemos sentir que equivocamos el camino.
Lo relevante de esta cuestión es que podemos tomar otro camino y no el de negar la realidad.
El cerebro puede jugarnos una mala pasada y hacer que nos olvidemos, que anulemos la vida misma y llevarnos a un lugar donde no recordar nos mantendrá con vida, pero sin poder vivirla.
Las lagunas mentales creadas a partir de la negación de una realidad que no deseamos ver son peligrosas y ahora están en estudio si no son la previa al tan temido “alemán”.
El Alzheimer no más que el no recuerdo, va quitando a la persona todos sus poderes porque no solamente olvida lo que duele sino que olvida todo, poco a poco, se va apagando, aislando de una realidad que comenzó con no querer mirarla de frente, decir: “Ok. Esto es lo que tenemos, ¿cómo lo arreglamos? En este caso, recordar es mejor que olvidar”.
¿Qué hago con mi dolor? Vamos a evitar llegar al extremo del olvido total. Algo muy importante es recordar sin que te duela. Entonces, ¿cómo hacemos? Para que algo deje de doler debe ser reemplazado por algo que nos hace feliz.
Nuestro cerebro del “recordatorio” nos dirá, “¡pero no puedes olvidar esto que es tan importante!”. Y le dirás, sí que puedo porque ya entendí, ya sufrí, ya lloré. Ahora retomo mi vida, la tomo y decido seguir adelante.
Quien diga “¡eso no es tan fácil!”, es que está todavía bajo el dominio de la víctima.
Existen muchas herramientas que pueden ayudarte a reemplazar el dolor por felicidad. Recordar constantemente las cosas malas es tan dañino como olvidar todo.
Usemos el arma poderosa del cerebro en equipo con el corazón para retomar el camino más feliz de la vida. Si no puedes solo, no dudes en pedir ayuda porque verás un mundo de maravillas.
Rosanna Toraglio
Periodista-BioPsicoTerapeuta (Rosannaypunto@hotmail.com)