Tomamos nuestra pequeña lectura habitual al finalizar la tan beneficiosa sesión de Yoga y, en el capítulo “Concéntrate en el presente” releemos: “…la dicha, la felicidad que no necesita razones, solo puede ocurrir en el momento presente”.
Ahora continuamos leyendo: “Además, si tu vida está atrapada en el paso del tiempo, tu cuerpo también quedará atrapado. La solución a la que llegaron las tradiciones espirituales del mundo es la siguiente: El tiempo es el movimiento de la conciencia, es decir, el movimiento del pensamiento.
El tú verdadero, que está más allá del pensamiento, sólo puede hallarse en el ahora. Tu ser auténtico, que existe en el ahora eterno, no es observador ni objeto de observación. Sin embargo, tan pronto surge un pensamiento en tu mente, aparece un observador”.
Reflexionamos unos instantes y seguimos leyendo: “Así pues, cada persona existe en dos realidades. En primer lugar, el estado silencioso del ser, ajeno al tiempo; ésta es la sede de la dicha. En segundo lugar, el mundo relativo lleno de experiencias; la mente vive en este mundo, actuando constantemente como el observador concentrado en un objeto de observación”.
Entonces, “al concentrarte en el presente te alineas con la primera realidad y con su potencial para la felicidad que no puede arrebatarse. Pero si te concentras en la segunda realidad, con sus cambios constantes de escenario, tu mente será atrapada por el tiempo, y éste producirá todos los efectos negativos ya mencionados”, como el metabolismo del tiempo y el recuerdo de un trauma. Pero “cuando te concentras en el momento presente no renuncias al mundo relativo”. Aquí ponemos el señalador y nos retiramos reflexionando.
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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