El galardonado artista visual Mauricio Holc, oriundo de Oberá, obtuvo recientemente el tercer lugar del Latin America Professional Award en los Sony World Photography Awards 2025 con su serie Yvy-mara ey (tierra sin mal), tal como lo informara PRIMERA EDICIÓN semanas atrás. Un trabajo que tuvo como objetivo dar cuenta de la comunidad indígena mbya guaraní “Tekoa El Chapá”, de Colonia Alberdi.
Holc consideró este premio todo un honor y también “una oportunidad de dar a conocer al mundo una historia local sobre mi tierra y la gran diversidad cultural que tenemos en Misiones”. En este sentido, también quiso resaltar la importancia de los pueblos originarios, de las comunidades indígenas y su relación intrínseca con la tierra:
“La serie se llama Yvy-mara ey, que significa ‘tierra sin mal’, y se basa en un mito mbya guaraní, sobre la tierra sin mal, donde los cultivos crecen solos y la naturaleza da lo que tiene a los seres humanos, y ellos toman lo que necesitan. Las comunidades indígenas utilizan la tierra de una manera muy sustentable, de forma ambiental y ecológica. En su cosmovisión, la tierra representa todo para ellos” explicó.
El artista, tiene una relación de siete años con los integrantes de esta aldea y “este proyecto fue hecho en consenso y colaboración con ellos”. De esta manera, el profesional fue modificando su guía de trabajo en función de lo que los aborígenes querían mostrar y contar: “Nos enfocamos en su vínculo con la tierra y en la memoria compartida, que es fundamental para su supervivencia”, contó.
Cabe destacar que la serie Yvy-mara ey (tierra sin mal), obtuvo previamente, un premio internacional de fotografía otorgada por una ONG Ambiental y “parte de ese premio lo destiné para la comunidad”.
Por otra parte, al ver que muchos chicos de la aldea se interesaban por lo audiovisual y la fotografía, el obereño adquirió una cámara profesional y una computadora con software de edición para dar clases.
“Todo esto fue en consenso con la comunidad, y con mucho respeto mutuo. Para mí es esencial que estas colaboraciones sean genuinas, y de corazón. Creo que es importante que tengan herramientas para contar sus propias historias, sin depender del ‘hombre blanco’, el Yuruá, como dicen ellos. Que puedan narrar desde su mirada, sin ese sesgo externo” comentó.
Asimismo, en marzo de este año “Tierra sin mal”, también se presentó en el Photo Vogue Festival, en Milán, donde Holc, fue parte de un panel llamado “Honrando los Pueblos Indígenas”, moderado por una mujer de una comunidad indígena de Ecuador.
Allí “hablamos sobre la importancia de la honestidad al trabajar con comunidades, porque muchas veces se hacen proyectos y después se van, y no les dan ni los materiales ni nada. Yo quiero romper con eso. Quiero estar presente, tener una experiencia real con la comunidad”.
En este sentido, el artista recordó que en su Oberá natal, siempre vivió rodeado de comunidades indígenas, aunque “crecí con enseñanzas académicas y coloniales que nos separaban. Con el tiempo, empecé a cuestionarme todo eso y a acercarme. Así pude entender y aprender muchas cosas. Y tomar conciencia sobre el medio ambiente, los territorios, y los derechos de las comunidades indígenas” y es por ello que “este proyecto significa mucho para mí, porque me permite cuestionar nuestras enseñanzas, reflexionar sobre cómo nos fueron dividiendo desde pequeños, y repensar nuestras formas de vivir, de comunicarnos y de integrarnos”, agregó.
Su relación con la fotografía
A lo largo de su carrera Mauricio obtuvo importantes reconocimientos, aunque, su vínculo con la fotografía surgió casi de manera casual al adquirir una cámara para sacar fotos en un concierto y eso despertó en él otra gran pasión: “Desde chico me gustó el arte, dibujar, pintar, hacer manualidades. Pero durante mi infancia y adolescencia, por distintos motivos, fui reprimiendo esa parte. Con la fotografía volvió a florecer. Siempre digo que en el arte me encontré a mí mismo. El arte me salvó, me salva y me va a seguir salvando. Es esencial en mi vida y también una forma de comunicarme, de conectar con otros” confió.
A su vez, indicó que cuando toma imágenes “hay algo mío que se refleja ahí: mis inseguridades, mis cuestionamientos, mis formas de aprender, de querer crecer y de reconstruirme. La fotografía me ayudó a definirme como persona, a deconstruirme y a entender mi identidad como artista queer. Me liberé a través del arte, de la fotografía y de las historias que me rodean”.
Es por eso que al momento de encarar un proyecto fotográfico “no es que digo: ‘voy a hacer esto porque me interesa’. No, es algo que nace desde muy adentro. Por ejemplo, hace unos años hice la serie ‘Ser Libre’, que fue premiada y exhibida en muchos lugares. Habla de mi búsqueda personal por encontrar mi identidad, de cuestionar los valores con los que crecí en un entorno muy cristiano y cerrado, y de explorar realidades que no pude ver de chico”.
Los mismo sucedió con su último trabajo sobre la comunidad indígena, donde el disparador fue algo parecido “entonces, para mí, la fotografía es eso: una forma de redescubrir, redefinir y contar historias desde un lugar más personal, genuino, libre de prejuicios y de las enseñanzas con las que crecí”.
Visión como artista
Es un destacado artista visual queer argentino que utiliza su arte para celebrar y explorar su comunidad. Su enfoque se centra en temas como la identidad, el territorio, las corporalidades, las comunidades y el medio ambiente, abordándolos desde un paradigma colectivo que resalta la interconexión entre estos elementos.
Su deseo como artista está profundamente entrelazado con su proceso de deconstrucción personal y su búsqueda identitaria. Su deseo de contar historias que reflejan su experiencia y que desafían las normas binarias tradicionales es un motor fundamental en su práctica artística.
Así, su obra se convierte en un vehículo para la reflexión y el diálogo sobre la diversidad y la inclusión en la sociedad contemporánea.