La Tierra no es solo un planeta suspendido en el vasto océano del cosmos. Es un ser vivo, un alma antigua, una consciencia sagrada que respira, siente y evoluciona junto con cada uno de nosotros. Su cuerpo es la tierra que pisamos, sus venas son los ríos que fluyen, su aliento es el viento que acaricia nuestra piel y su corazón late en el fuego de su núcleo incandescente. No estamos sobre ella, estamos dentro de ella, unidos a su espíritu en un baile eterno de transformación y despertar.
Desde el principio de los tiempos, la Tierra ha sido madre y maestra. Nos ha sostenido con su amor incondicional, nos ha nutrido con sus frutos y nos ha ofrecido refugio bajo su cielo estrellado. Pero como todo ser vivo, también atraviesa sus propios ciclos de evolución. Su vibración se eleva, su energía se renueva, su consciencia despierta y nosotros, sus hijos, somos parte de este proceso sagrado.
Cada cambio en la Tierra resuena en nosotros. Sus movimientos, sus tormentas, sus silencios nos hablan en un lenguaje profundo que solo el alma comprende. Cuando la Tierra se sacude, es porque algo dentro nuestro también necesita transformarse. Cuando ella florece, es porque nuestra consciencia también está lista para expandirse. Estamos entrelazados en un mismo destino, en una misma ascensión. Pero ¿hemos honrado a nuestra madre? ¿Hemos escuchado su llamado? Durante siglos, la humanidad ha caminado olvidando su conexión con ella, explotando sus recursos sin gratitud, hiriéndola sin conciencia. Sin embargo, la Tierra no nos juzga, solo espera nuestro despertar. Porque sabe que cuando recordemos que somos uno con ella, todo sanará.
Cuando te sientas desconectado de la Tierra, recuerda que siempre estás unido a ella, que su energía fluye a través de ti y que su consciencia es tu consciencia. Cierra los ojos, coloca tu mano sobre la tierra y siente su latido. Escucha su sabiduría en el susurro del viento, en la danza del agua, en el fuego que arde en tu espíritu. Y cuando estés listo, abre los ojos y observa alrededor. Mira la belleza de la Tierra, su diversidad, su complejidad. Mira la manera en que todo está interconectado, la manera en que todo es uno y recuerda que eres parte de ese todo, que eres parte de la Tierra y de su alma.
Honra a la Tierra, ámala como ella te ama, sé un faro de luz en su sagrada transformación, porque cuando la Tierra asciende todos ascendemos con ella. Que el sagrado Sol siga iluminando tus pasos.
Karina Holoveski
Mujer Medicina-Chamana.
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