En un mundo donde la incertidumbre parece ser la única constante, donde los desafíos se presentan sin previo aviso y la resistencia a lo que es nos sumerge en el sufrimiento, recuperar el sentido de ataraxia puede ser una clave esencial para vivir en paz.
Los antiguos filósofos estoicos y epicúreos hablaban de la ataraxia como un estado de tranquilidad inquebrantable, una serenidad que no depende de lo externo, sino de la manera en que decidimos relacionarnos con lo que sucede.
No es indiferencia ni resignación, sino la más profunda aceptación: el reconocimiento que luchar contra la realidad nos desgasta, mientras que fluir con ella nos fortalece.
Nos han enseñado a resistir, a querer controlar cada aspecto de la vida, a creer que si nos oponemos con suficiente fuerza podemos torcer los acontecimientos a nuestro favor. Sin embargo, la vida es lo que es, no lo que nosotros quisiéramos que fuera. Cada vez que resistimos lo que ya es, nos agotamos en una batalla que nunca podremos ganar.
Aceptar la realidad no significa conformarse ni dejar de actuar. Significa dejar de negarla, reconocer lo que ocurre sin juicio y, desde ahí, elegir cómo responder. La resistencia nos paraliza; la aceptación nos libera. Es en ese instante en el que dejamos de pelearnos con el mundo cuando la acción se vuelve consciente, fluida y poderosa.
Cuando confiamos en que la vida tiene su propio orden y propósito, cuando dejamos de luchar contra el presente y empezamos a alinearnos con él, algo en nuestro interior se transforma. El miedo da paso a la confianza, la ansiedad cede su lugar a la certeza de que lo que sucede nos está enseñando, guiando y llevando exactamente donde necesitamos estar.
Porque, aunque no siempre lo entendamos en el momento, la realidad y el universo siempre conspiran para nuestro bien. Cuando dejamos de resistir, cuando dejamos de exigir que las cosas sean diferentes a lo que son, entonces la vida nos sorprende con puertas que ni siquiera sabíamos que existían.
Cultivar la ataraxia es un ejercicio diario. Es preguntarnos: ¿Estoy resistiendo o estoy aceptando? ¿Estoy reaccionando desde el miedo o respondiendo desde la confianza? La verdadera paz no se encuentra en cambiar lo externo, sino en cambiar la manera en que nos relacionamos con lo que sucede.
Aceptar no es rendirse. Es soltar la lucha para tomar decisiones desde un lugar de claridad y conciencia. Es entender que todo lo que llega a nuestra vida tiene un propósito. Y que, cuando soltamos el control, el universo nos lleva exactamente donde necesitamos estar.
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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