POSADAS. Los compañeros de estudio. Los que cursaban la misma carrera. Quienes la cruzaban por los pasillos. Y hasta los que no la conocían. Todos salieron ayer a la calle a pedir por el esclarecimiento del crimen de Lucía Maidana (24), la estudiante brutalmente asesinada el último sábado en el barrio posadeño de Villa Urquiza.“Lucía somos todas”, “Justicia por Lucía” o “Puede ser tu hija” fueron algunas de las consignas que enarbolaron los compañeros de la estudiante capiovicense, que apareció muerta de cinco golpes en la cabeza -al parecer, provocados con un martillo- y signos de abuso en el departamento que alquilaba, en Estado de Israel 3495, que el asesino intentó incendiar.Estudiantes y docentes de la carrera de Comunicación Social de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM, donde Lucía estaba a dos materias de recibirse como técnica, fueron los más en la plazoleta de avenida Mitre y Uruguay. Allí se reunieron alrededor de las 11.La marea negra -los jóvenes se habían comprometido a vestir ropas oscuras en señal de luto- primero realizó una intervención en los semáforos, donde cosechó la adhesión de los automovilistas, que se hicieron sentir mediante bocinazos.Después de algunas palabras de las compañeras más cercanas, los manifestantes caminaron hasta Colón y desde allí hacia la plaza 9 de Julio. Frente a la gobernación y bajo el calor del mediodía, volvieron a tomar la palabra amigos, compañeros de estudio y profesores de la carrera.“Nunca pensamos que algo así podía pasarle a una de nuestras compañeras, mucho menos de la manera en que sucedió”, le dijo a PRIMERA EDICIÓN Cintia Sosa, sobre la saña con la que actuó el homicida.Sosa, compañera de Lucía desde que la joven ingresó a la carrera en 2007, aseguró que “todos estamos conmocionados; la noticia nos pegó muy mal. Por eso nos manifestamos para pedir justicia por este hecho tan atroz”.Mariana Cáceres, otra amiga de Lucía desde sus comienzos en Comunicación Social, dio detalles sobre la personalidad de la muchacha. “Era sumamente tranquila, humilde como toda chica de pueblo. Llegaba, se sentaba, se reía mucho con las personas que conocía, pero no tenía confianza con cualquiera”, señaló.La estudiante agregó que Maidana “cada vez que podía se iba a Capioví, porque extrañaba mucho a su familia” y contó que “no era ni de salir, ni mucho menos de tomar. A lo sumo, se juntaba por la tarde a ‘matear’ con nosotras, pero nada más”.Cáceres finalmente recordó que la unía a Lucía una profunda pasión por River Plate. “Ella era fanática, compartíamos ese sentimiento y hablábamos todo el día de River. El domingo por la tarde, después del partido, entré en Facebook para escribirle y me enteré de lo que había pasado”, sintetizó. Ese día, casi a la misma hora, los forenses confirmaban que la joven había sido masacrada.
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