SAN JAVIER (Enviados especiales). Mucho dolor, pero, por sobre todas las cosas, bronca. Esa es la sensación que golpea a la familia De La Cruz y que se hace patente en cada lágrima y en cada nudo con el que Marcos (37) tropieza cada vez que intenta recordar a su hermano en palabras. Está sentado en la misma sala donde hasta hace unos días José Riquelme De La Cruz (49) vivía junto a sus hijos y su esposa. La casa luce vacía; la familia está destrozada. Todo cambió en el barrio Ayrault de San Javier, donde Marcos De La Cruz recibe a PRIMERA EDICIÓN. Como todos, todavía no se recupera del shock, pero se atreve a hablar para dejar en claro el pedido de justicia de la familia del gendarme que murió arrollado por un policía que llevaba cigarrillos de contrabando e intentó escapar de un control. El uniformado permanece detenido por orden de la Justicia, que lo acusa de “homicidio simple”. Con el dolor a cuestas, Marcos y su familia esperan que se haga justicia y que los responsables del hecho paguen por lo que hicieron.Dolor y broncaEl río Uruguay parece marcar el ritmo de la siesta en San Javier, donde predominan las casas bajas y reina la tranquilidad. Pero ese cauce que construye junto al pueblo paisajes soñados es también motivo de discordia: en sus costas pululan pasos clandestinos donde a diario el contrabando genera sus millones.Los vecinos se mantienen cautos y prefieren no hablar del tema, aunque ese “secreto a voces” de vez en cuando sacude a todos de esa siesta eterna, como sucedió el jueves 11, cuando la noticia rebotó en cada casa de San Javier. Y más cuando surgió un nombre, el de José Riquelme De La Cruz, conocido y querido por buena parte del pueblo.“La familia está destruida. Somos muy unidos y el era el líder; en cada cumpleaños, en cada fiesta, él era el que organizaba todo. Era quien mantenía a la familia unida”, lo recuerda ahora Marcos, uno de sus hermanos.Él también entró a la fuerza, aunque se decidió por Prefectura. José era el tercero de diez hermanos, todos nacidos en San Javier, donde los De La Cruz echaron raíces desde siempre. Los padres de José siguen viviendo en el pueblo y, ambos con más de ochenta años, debieron digerir la peor de las noticias. También su esposa, sus cinco hijos y el resto de sus hermanos.El jueves 11 de abril, De La Cruz prefecto cumplía sus funciones en Santa Cruz, a más de 3 mil kilómetros de San Javier, cuando recibió un llamado desde casa.“Me llamó mi papá y me dijo que José había tenido un accidente”, cuenta con la voz entrecortada. “Lo mataron”, fue la respuesta de uno de sus sobrinos del otro lado del teléfono cuando quiso indagar más. A las pocas horas Marcos estaba volando hacia Misiones.La historia es conocida. José Riquelme De La Cruz realizaba un operativo de seguridad junto a sus compañeros de Gendarmería Nacional en el kilómetro 14 de la ruta provincial 4, entre Alem y San Javier.A eso de las 16.45 apareció en el horizonte un Renault Mégane gris que intentó evadir el control y, en esa maniobra, arrolló al suboficial principal de 49 años. Según la evidencia que hasta ayer manejaba la Justicia -según confirmaron fuentes del caso a PRIMERA EDICIÓN- no fue un accidente: el conductor aceleró y tuvo intenciones de arrollar al gendarme.De La Cruz cayó malherido y murió unos pocos segundos después. El Mégane aceleró unos 500 metros y se detuvo. En ese lugar los ocupantes del automóvil se bajaron e intentaron continuar la fuga a la carrera por una zona de monte. Del vehículo los gendarmes secuestraron una importante cantidad de cigarrillos ingresados de manera ilegal al país. Ese escape no prosperaría. La primera detención se produjo a las pocas horas en el barrio Malvinas de San Javier y ese primer apresado resultó ser un agente de la Policía de Misiones de 24 años, oriundo del pueblo, pero con prestación de servicios en Caa Yarí. La noticia enseguida llegó a los medios nacionales. Y no era para menos: un funcionario de la seguridad pública con una carga de contrabando había arrollado y matado a otro que, al contrario, cumplía con su deber. “Tenemos mucha bronca”, afirma Marcos con los ojos llorosos y repite: “Mucha bronca, porque por lo que pudimos ver fue un acto de cobardía. Tenía toda la ruta para escaparse y sin embargo tomó esa decisión. Mi hermano era una excelente persona, no merecía morir así”.De La Cruz nació en San Javier y abrazó desde joven los valores de la fuerza. Con menos de veinte años ingresó a Gendarmería y recorrió Corrientes, Córdoba, Santa Cruz y Misiones. Llevaba casi treinta años de servicio y, a un paso de su retiro, había conseguido el traslado cerca de su familia. Cuenta su hermano que a fin de año tenía intenciones de visitarlo en Santa Cruz. Ese viaje, junto con otros tantos proyectos, quedó trunco.“Queremos que se haga justicia. Él ya no está y no vamos a recuperarlo, pero no queremos que esto quede impune y vuelva a pasar. Confiamos en la Justicia, pero si es necesario vamos a golpear las puertas de quien sea”, afirma Marcos y lanza una promesa: “Vine desde Santa Cruz a despedir a mi hermano y no me voy a ir hasta que el responsable pague por lo que hizo”.
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