RÍO DE JANEIRO, Brasil (DyN, enviado especial). El Papa reunió en Río de Janeiro a los jóvenes argentinos y los exhortó a cuidarse ellos mismos y a los ancianos, los dos extremos de la “exclusión”, mientras instó a salir a las calles para “hacer lío”, en un evento fuera de programa oficial que por seguridad era rechazado por las autoridades de Brasil.“Estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los polos de la humanidad. Exclusión a ancianos, por supuesto, porque no se los cuida. Y exclusión de los jóvenes sin trabajo. ¡El índice de gente sin trabajo es muy grande! No tienen experiencia de la dignidad que se gana por el trabajo”, alertó.“Esta civilización excluye a las dos puntas. Ustedes tienen que hacerse valer. Los jóvenes tienen que servir. Luchen por esos valores. Y los viejos, transmitan”, sostuvo al hablar en la catedral San Sebastián ante las delegaciones argentinas que participan aquí de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).Ante sus compatriotas, el Papa trazó el programa que pretende darle a su pontificado, fundamentado en el servicio, en no quedarse encerrado en las sacristías y en salir a la calle, a las periferias existenciales, donde hay sufrimiento.“Las Bienaventuranzas y Mateo 25 (parábola de los talentos y el Juicio Final). Les vendrán bien. Este es el protocolo con que nos van a juzgar. No necesitan leer otra cosa”, precisó al dar las pautas de acción de la Iglesia.El Papa sintetizó ese plan en tres pautas: “Hagan el bien, cuiden a los extremos del pueblo y no se dejen excluir. Y no licúen la fe en Jesús”.Asimismo, confesó que “por momentos” se siente “enjaulado” a partir de la nueva responsabilidad de ser el jefe de la Iglesia.“Me da pena que estén enjaulados. Yo por momentos siento ‘qué feo es estar enjaulados’, se los confieso de corazón. Me hubiera gustado estar más cerca de ustedes, pero comprendo que por cuestiones de orden a veces no se puede”, dijo al ver que los jóvenes debían permanecen detrás de las vallas de seguridad.AclamadoHoras después Francisco fue aclamado bajo la lluvia por cientos de miles de personas al recorrer en papamóvil descubierto la avenida que bordea la playa de Copacabana.Al igual que en sus anteriores paseos en papamóvil, el primer papa latinoamericano de la historia rompió el protocolo y se mostró llano y accesible: estrechó manos, besó niños, cambió su solideo (el casquete de seda blanco), por el que le entregó un fiel, y hasta tomó un mate que le ofrecieron.Esta semana, “Río se convierte en el centro de la Iglesia”, dijo el papa en su saludo de bienvenida a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en un inmenso escenario instalado en la arena.Después de su discurso, una manifestación de indignados intentó llegar a Copacabana.
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