POSADAS, PUERTO IGUAZÚ Y CORRIENTES. La aparición de ejemplares del caracol gigante africano en una vivienda del barrio Yapeyú de la capital de Corrientes puso en alerta sanitaria y productivo a la vecina provincia y volvió a reavivar el pedido de precaución en el norte de Misiones, donde esta especie ingresó en 2008 y se ha distribuido en varios barrios de Puerto Iguazú.La Achatina fulica, como se denomina científicamente a este caracol, no es tóxico en sí, sino que hay altas probabilidades de que pueda contagiarse con parásitos propios de los roedores que pueden causar meningitis y angiostrongiliasis abdominal (caracterizada por náuseas, fiebre, dolores estomacales y anorexia) si se toma contacto con su cuerpo o se consumen verduras que estén contaminadas con su baba. Según el grado de la infección, los cuadros pueden ser fatales.En Misiones, estos ejemplares ingresaron traídos como carnada desde el Brasil y dada su alta capacidad reproductiva -son hermafroditas, es decir que cada ejemplar puede autofecundarse, y ponen hasta 500 huevos por vez- invadieron numerosos barrios de Puerto Iguazú. Hasta el momento no se han infectado por los parásitos, aunque sí se encontraron caracoles con larvas de parásitos propios de los reptiles. De allí que la recomendación, en caso de encontrar estos ejemplares gigantes, es no tocarlos ni trasladarlos. Para eliminarlos deben aplastar cuidando de que no tome contacto con personas o plantas y luego quemarlo. Es importante dar aviso a la Municipalidad y/o Senasa para que visiten la zona realizando operativos.Peligrosos parásitosConsultado por PRIMERA EDICIÓN, Roberto Vogler, doctor en Ciencias Naturales y licenciado en Genética por la Universidad de Misiones, quien estudia estos caracoles junto a un equipo de la Universidad de La Plata, señaló que “el caracol no es tóxico, ni venenoso ni urticante, ya que es una especie comestible en su África natal. El problema desde el punto de vista sanitario es que puede actuar como hospedador de larvas de parásitos que pueden afectar a los seres humanos y animales”. Respecto a los parásitos señaló dos: el Angiostrongylus costaricensis, que causa una enfermedad denominada angiostrongiliasis abdominal y el Angiostrongylus cantonensis que causa la meningitis eosinofílica. Ambos parásitos que se desarrollan en los roedores se hospedan en moluscos como babosas y caracoles (que son huéspedes intermedios) y llegan al ser humano al ingerir un molusco infectado o alimentos, como los vegetales de una huerta, donde haya pasado el molusco infectado dejando su baba.Vogler indicó que dichos parásitos “no son exclusivos del caracol africano, sino que como esta esopecia es tan prolífica y forma poblaciones numerosas, en caso de infectarse uno de los caracoles es altamente probable que todos los caracoles de la misma población se contagien y tengan el parásito. Por eso las poblaciones tan numerosas del caracol africano pueden representar un riesgo para la salud, sea que las personas se los coman crudos, o ingieran frutas o verduras que tengan baba del caracol con parásitos”. Difícil de combatirCada caracol tiene la capacidad de autofecundarse y reproducirse sin necesidad de aparearse con otro ejemplar. Eso hace que la cantidad de caracoles crezca día a día. A esta característica se le suma otra: su capacidad de sobrevivir al calor. Al respecto, Vogler indicó que si bien los caracoles tienen preferencia por climas cálidos tropicales y subtropicales con altos porcentajes de humedad, toleran un rango muy variable de condiciones ambientales. “Cuando los caracoles no encuentran las condiciones favorables de humedad, habitualmente entran en un estado llamado ‘estivación’: el caracol queda en su caparazón y hace una especie de ‘tapita’ mucosa, con la que lo cierra y así preserva la humedad”, indicó. Una vez que el caracol detecta que las condiciones han mejorado, sale de este estado y retoma su actividad, que es mayor durante la noche. PrecaucionesComo previsiones, hay que mantener los jardines limpios de ramas, materiales de construcción y basura que puedan servir de refugio a los caracoles y a los roedores. A su vez, como medida de precaución general es recomendable no agarrar los caracoles con la mano desnuda, sino más bien usar un guante o una bolsa plástica. Evitar el contacto con la baba del caracol, especialmente con ojos, nariz y boca. Lavar con agua potable las verduras, porque pueden haber estado expuestas a su baba.No comer caracoles ni usarlos como carnada, mascotas o adorno; no utilizar veneno contra el caracol, ya que los molusquicidas son extremadamente tóxicos para niños, mascotas y la fauna nativa.Zonas vulnerablesEn una publicación reciente realizada junto a investigadores de la Universidad de La Plata, Vogler describe las zonas de Latinoamérica que climáticamente serían más favorables para que las habite el caracol. Abarca gran parte de Brasil, norte de Perú y sureste de Paraguay. En Argentina, además del norte de Misiones, donde ya está presente el caracol, las áreas de mayor vulnerabilidad son norte de Corrientes, este de Chaco y este de Formosa, noreste de Santa Fe y una pequeña zona al norte de Salta.En Misiones, la presencia del caracol gigante africano se verificó en 2008, en Puerto Iguazú. Los barrios más afectados por el caracol fueron Riveras del Paraná, Villa Nueva, Villa Florida y Santa Rosa. En 2011, en las márgenes del arroyo Mariposa se recogieron en promedio cien ejemplares por cada vivienda. Desde entonces y a fin de capacitar en el manejo y detección de los caracoles, se han realizado jornadas de capacitación con participación del Ministerio de Salud de la Nación; Ministerio de Ecología de Misiones; la Administración de Parques Nacionales; Gendarmería Nacional, Prefectura Naval, el Instituto Nacional de Medicina Tropical; el Departamento de Saneamiento Ambiental de Puerto Iguazú; el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia y la ONG “Mundo Sano”. Plaga intercontinentalLos caracoles gigantes pueden llegar a medir 30 centímetros de largo y están catalogados como una de las 100 plagas más grandes del mundo. No son tóxicos pero pueden hospedar parásitos de las ratas y otros roedores, y dado que la población es muy numerosa, el riesgo es que si un solo ejemplar es afectado puede contagiar a todos los otros.El Achatina fulica, como se lo denomina científicamente, es oriundo de África y fue ingresado hace varios años a Brasil, en el marco de un emprendimiento de producción de carne de caracol. Como no funcionó, los criaderos fueron mal destruidos y bastó que uno solo de los caracoles quedara vivo para que empezara a reproducirse.Pescadores de la zona comenzaron a utilizarlo como carnada y poco a poco comenzaron a trasladarlo. Favorecido por el clima húmedo de la zona b
rasilera, viajando por los arroyos, embarcaciones e incluso por los pobladores que lo recogieron como mascota, fue llegando a Misiones. Ingresó a Puerto Iguazú en 2008. Desde entonces está siendo estudiado por especialistas de la Universidad Nacional de Misiones y del departamento de Malacología de la Universidad Nacional de La Plata.Gendarmería Nacional, el departamento de Zoonosis y Bromatología de Puerto Iguazú trabajan en operativos de prevención, información a los vecinos y captura de los moluscos.
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