POSADAS. La Cámara de Apelaciones en lo Penal y Correccional de la Provincia confirmó el procesamiento de los dos policías detenidos por la muerte de la maestra rural Carmen Mirta Rosa y transformó sus detenciones en prisión preventiva.La docente, de 47 años, fue hallada muerta el 14 de febrero, alrededor de las 17.20, después de que una patrulla de la comisaría seccional Quinta “levantara” a la mujer de la casa de un vecino del barrio Nuevo Garupá, donde pidió un poco de agua y ayuda para regresar a su hogar. En la patrulla estaban, justamente, los policías cuyos procesamientos fueron confirmados por la Cámara de Apelaciones: el oficial Aldo Villalba y el sargento Luis Rotela. La decisión se conoció ayer y fue adoptada por la Sala I de ese Alto Cuerpo, integrada por los camaristas Marisa Dilaccio y Ricardo Venialgo.El dato no es menor. La Sala II está conformada por el juez Luis Alberto López, quien procesó meses atrás a los policías cuando aún se encontraba al frente del Juzgado de Instrucción 7 de Posadas.Villalba y Rotela fueron acusados en su momento por los delitos de “incumplimiento de los deberes de funcionario público y abandono de persona con muerte resultante”. El primero, además, afronta cargos por “falsedad ideológica”.No fue posible endilgarles la calificación de “homicidio simple” porque no había forma de demostrar el dolo.La pista sobre la presunta intervención de los policías en el deceso de la maestra rural, de 47 años, surgió de los mismos familiares de la víctima, quienes dieron con los vecinos que auxiliaron a la mujer en horas del mediodía de aquella fatídica jornada del 14 de febrero pasado.Con posterioridad, en virtud de las contradicciones y vicisitudes del personal policial de la seccional Quinta, el primer juez de la causa, Ricardo Walter Balor, ordenó el allanamiento de esa dependencia policial.El titular del Juzgado de Instrucción 6 de Posadas decidió apartarse de la pesquisa luego de que el Tribunal Penal 1 revocara el auto de procesamiento que dictó contra ambos uniformados.Entonces la causa fue girada al Instrucción 7, por ese entonces aún a cargo del ahora camarista José Alberto López.En medio de tantas idas y vueltas, el padre de Villalba protagonizó un hecho inédito e insólito que derivó en el traslado de todo el personal de seguridad de la Casa de Gobierno. El hombre trepó la torre de comunicaciones de La Rosadita y amenazó con lanzarse al vacío si no excarcelaban a su hijo.Finalmente, desistió de su accionar después de que le comunicaran que su exigencia había sido aceptada.Sin embargo, semanas después se libró el nuevo procesamiento y ambos policías volvieron a la celda. Una muerte que pudo evitarseA Carmen Mirta Rosa, como en los años de plomo, la levantaron de un domicilio particular sin dejar registros ni constancia del procedimiento.Eran horas del mediodía del 14 de febrero pasado cuando subió a la camioneta. Los mismos policías que la llevaron fingieron desconocerla horas después, cuando tuvieron el cadáver frente a ellos.Según el entonces jefe de la comisaría seccional Quinta, ni Villalba ni Rotela contaron que se trataba de la misma mujer que horas antes fueron a buscar del domicilio de una vecina, en el barrio Nuevo Garupá.Fue el primer indicio de su presunta vinculación con el hecho de muerte, sólo que nadie lo sabía hasta ahí.El dato saldría a la luz unos treinta días después, cuando un amigo de Carlos Antonio Zarza, el viudo de Carmen Mirta Rosa, se contactó con el propietario de la vivienda donde dieron cobijo a la docente.Rosa padecía esquizofrenia y no era la primera vez que perdía el camino de regreso a casa. Esa enfermedad la obligó a abandonar la docencia, poco más de diez años antes.Estaba desorientada, como perdida, por eso eligió un domicilio al azar y pidió ayuda, además de un vaso de agua.Los propietarios llamaron insistentemente a la seccional Quinta para que fueran a buscarla, en la creencia de que con los uniformados estaría a salvo. Pero todo resultó al revés. Los que debieron ayudarla la abandonaron a su suerte. Y quizás más, pero no se pudo comprobar el dolo. Esa es la sensación que experimentaron todos los que tuvieron contacto con la causa, pero en Derecho lo que no se puede demostrar no existe.La resolución de la Cámara de Apelaciones constituye un sólido respaldo a la investigación. En el juicio podría saberse la verdad.
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