ROSARIO (Medios digitales). Enrique Font titular de la cátedra de Criminología de la Universidad Nacional de Rosario, integrante del Subcomité para la Prevención de la Tortura de la ONU y ex secretario de Seguridad Comunitaria de esa provincia. En una entrevista, el criminólogo desentrañó las causas del aumento de la tasa de homicidios en Rosario y analizó el rol de la Justicia en el crecimiento del narcotráfico y la violencia en las calles de esa ciudad. ¿Cómo se explica el crecimiento de los homicidios en los últimos años en Rosario?: Desde que se miden los homicidios en Argentina Rosario siempre tuvo una tasa similar a ciudades de la misma escala: Buenos Aires, Mendoza, Córdoba. Este año probablemente cierre en una tasa de 21 homicidios cada cien mil habitantes, triplicando a la Ciudad de Buenos Aires. Es muy difícil precisar las causas. Lo que se puede hacer es discutir una distorsión interpretativa que está haciendo el Gobierno de la provincia. La primera es no hablar de los homicidios en general, sino sólo prestarle atención a los homicidios en ocasión de robo y decir que representaban un porcentaje pequeño de la realidad. En todas las provincias los homicidios en ocasión de robo representan un porcentaje muy pequeño del total. Es un argumento políticamente muy jodido. Te estás olvidando la violencia en los barrios. La segunda manipulación interpretativa del fenómeno es vincularlo todo a narcocriminalidad. Esto es una estrategia que puede tener un rédito político. Es no buscar las causas más profundas, sociales, de los problemas en los barrios. ¿Cuál es en general el perfil de las víctimas y los victimarios de esta violencia?: Son hombres, jóvenes y de los sectores populares, de algunos barrios en particular. Jóvenes incluidos en términos de aspiraciones: a un laburo, a dinero, a las nike; y profundamente excluidos en términos estructurales y en términos de trabajo, hostigados y estigmatizados por la policía. Pertenecer a una banda, participar de manera fluctuante de arrebatos, escruches y delitos es una alternativa para construir identidad, vínculos, redes. Y la hipermasculinidad de la violencia es un mecanismo fuerte de reconocimiento social en el contexto. Es produce quilombos todo el tiempo. Los medios de comunicación suelen hablar de enfrentamientos entre bandas, disputas por el territorio. Los pibes le llaman junta, no banda. No son las pandillas centroamericanas, esto es una cosa más elástica, más fluctuante. Podés ser parte porque te juntás en la esquina con el grupo equis pero no robás ni andás a los tiros. No es el concepto duro de banda como organización, pero producen un nivel de violencia muy alto. Es una violencia que con un buen enfoque de prevención social es fácil de prevenir. Son formas de construir identidad que lo que buscan es comunicarse. Es una violencia hipercomunicada con antelación. Vos ya sabés quién se la va a pegar a tal. Y cuando ocurrió ya sabés quién se la dio a tal, cómo y por donde viene el conflicto. Esos pibes son muy fáciles de encontrar, no estás buscando un delincuente que ya se profesionalizó. Está en la esquina, mostrándose. Con una política de prevención social que trabaje sobre la lógica de inclusión sociocultural para competir contra la violencia. ¿Qué opinión le merece la comparación que suelen hacer algunos políticos o periodistas entre Rosario y Medellín o Ciudad Juárez?: Primero hay que regalarles un mapa. Para ser Ciudad Juárez tenés que tener tras la frontera a Estados Unidos, el principal consumidor de drogas y proveedor de armas. Nosotros no estamos en esa posición geopolítica. No es cierto que la tasa de homicidios de Rosario o de otra ciudad argentina sea igual a la de Medellín. Además el fenómeno de drogas no es lo que está produciendo los homicidios en la ciudad.
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