POSADAS. ¿Cómo iba a saber Neni que la chica jovencita que llegó con una valija a quedarse por tres meses en su casa, se iba a transformar en “la hermana que me regaló la vida”? ¿Cómo iba a saber Machi que la chica adolescente con la que iba a compartir habitación, se iba a transformar años después en la madrina de su hija mayor, su confidente, su amiga, su hermana, su familia?Pero así fue. María Margarita Chávez o “Machi”, como la conocen todos, llegó de la ciudad de Asunción (Paraguay) cuando empezaba a convertirse en una adolescente. A los trece años sufrió la dolorosa muerte de su madre y quedó al cuidado de su abuela, quien después de un tiempo, los mandó a ella y a su hermano a Posadas, a vivir en casas de tíos diferentes. Machi fue a parar a la casa de su tía Mina, que alquilaba una vivienda de la señora Pomposa Amarilla, reconocida vecina de la Bajada Vieja y madre de Neni, por entonces una adolescente. “Por situaciones muy tristes en su vida, Machi apareció en mi casa a los quince años, y se quedó”, afirmó Neni Valdez.Al poco tiempo, la tía Mina tuvo que viajar a Buenos Aires a cuidar de su hija, quien se estaba por convertir en madre. Como Machi era chica y no podía quedarse sola, Mina le pidió a Pomposa si podía “cuidársela” por tres meses. Fue en ese momento que Machi conoció a Neni y comenzó la amistad que hoy lleva más de treinta años.Neni, era una jovencita como cualquier otra. Estudiaba, organizaba salidas con amigas, vivía una vida normal. Cuando llegó Machi, cedió un espacio de su habitación para compartirla con la nueva huésped y así comenzó a forjarse una amistad única. “Pegamos onda enseguida, nos llevamos muy bien y como ella estaba sola, la relación se hizo más fácil. Machi era muy tímida, entonces yo la empujaba, la llevaba a todos lados y así empezamos”, comentó Valdez. Las por entonces adolescentes, compartían habitación, organizaban salidas y así forjaron una amistad inquebrantable, que con el paso de los años se hizo más fuerte, se volvió mucho más indeleble y excedió los límites de lo que el diccionario define como amistad, porque son familia, sin ningún lazo de sangre que las una. “No sé cómo decir a qué se debe nuestra relación casi de familia, ni yo lo entiendo, es algo que lo tenía adentro”, trató de explicar Machi a PRIMERA EDICIÓN, buscando calificativos sobre cómo definir el lazo que las une. Su familia, en PosadasPese a que nació en Asunción y su madre falleció cuando era sólo una jovencita, Machi siente que su familia estaba en Misiones y que tardó casi 15 años en encontrarla.Tiene un hermano de sangre, que vive en Paraguay, con el que tiene poca relación. Sin embargo, Enrique y Neni son sus hermanos, Pomposa y Enrique (padre ya fallecido) sus padres, quienes la criaron como si ella fuese su hija. Tanto fue el amor y cobijo que le dieron que Machi se rebeló. Fue cuando su tía Mina terminó de cumplir con sus deberes de madre. A los tres meses de irse a Buenos Aires regresó a buscar a su sobrina y ésta le dijo un rotundo “no”. Quiso quedarse a compartir casa con su amiga, con su nueva familia. Volverse con la tía dejó de ser una opción. “Yo tampoco quería que se vaya, le dije a mi mamá para hacer algo porque ella ya era parte de nosotros y tenía que quedarse, además trabajaba en la despensa con mi mamá, estaba terminando la secundaria. Tenía que quedarse”, insistió Neni. “Machi llegó, del arroyito la traje -se ríe- y su llegada fue una providencia divina, ella vivía con una tía y se puso rebelde y eligió quedarse conmigo, con nuestra familia, y gracias a Dios y a la Virgen terminó la secundaria, se casó bien con un muchacho trabajador. Lo único que no logramos fue que estudie. Empezó a trabajar y la facultad quedó atrás”, comentó Pomposa, la madre que a Machi, también le regaló la vida. “En esta casa se cultivaron siempre la moral, la ética y las buenas costumbres”, cerró Pomposa.Amigas por siempreTodos los días hablan. Hoy Machi atiende una tradicional despensa de una conocida esquina de la ciudad. En Reguera y Bajada Vieja, donde doña Pomposa atendió siempre a sus vecinos. Y su amiga Neni, vive cruzando la calle. “No pasa día sin que hablemos. Estamos constantemente conectadas”, sostuvieron las dos. “Es muy fuerte la relación que tenemos, no sé cómo explicar, nos llevamos super bien, en las vacaciones nos vamos juntas, yo con mi familia y ella con la suya, compartimos los quince días. A sus hijos los conozco desde que nacieron, a la más grande la cuidé desde que el primer día”, contó Machi, mientras que Neni aseguró que el marido de su amiga es el cocinero oficial en los viajes de las vacaciones. Juntas participan en la parroquia del barrio y son parte de un grupo solidario que junta elementos para los menos favorecidos. Una amistad que trasciende todo. “Yo no concibo la vida sin su presencia, ella sabe que puede contar conmigo y yo sé que ella está. Para nosotras la fecha del día del amigo no es importante, porque estamos juntas siempre”, aseguró Neni. Porque son hermanas de distintas madres, criadas en diferentes países; pero hermanas, de esas que de vez en cuando te regala la vida. Unidas por InternetOBERÁ. Hace más de 40 años, comenzó a escribirse esta historia de amistad que supera el tiempo y la distancia. Elsa y Marisa fueron alumnas de la Escuela 84 de Villa Svea, la primera escuela de lo que en 1928 era Colonia Yerbal Viejo, hoy Oberá.En los patios y pasillos del instituto fue creciendo el sentimiento que pasó la barrera del tiempo, entre juegos, risas y tareas se forjó un sentimiento noble y puro.“Desde el primer día nos entendimos, al poco tiempo de empezar las clases nos sentamos juntas y desde ahí no nos separamos más. Compartíamos horas de estudio y de juego, muchas veces la maestra nos llamaba la atención porque hablábamos mucho. En vacaciones ella iba a mi casa a visitarme y yo a la suya, éramos inseparables. Con el correr del tiempo, fuimos creciendo siempre unidas, por ahí ya no nos veíamos tan seguido porque cada una siguió su camino, hizo su vida. Nunca perdimos el contacto, ella se casó y se fue a vivir al Sur así que por carta segu&ia
cute;amos compartiendo los buenos y malos momentos”, relató Elsa.Con la emoción a flor de piel, se sumaban anécdotas de travesuras y momentos difíciles que pasaron juntas, “yo siempre fui ama de casa, tengo dos hijos y cinco nietos, hace dos años enviudé y a pesar de los kilómetros que nos separan siempre me siento acompañada por ella. Tengo otras amigas de la vida, conocidas, vecinas pero ella es la que mejor me conoce”.Por estas épocas, la tecnología ayudó a que estas fieles amigas puedan intercambiar charlas, fotos y videos usando la computadora.“Yo no entiendo mucho pero me ayudan mis nietos, así es más fácil porque conectan la cámara y es como tenerla conmigo. Extraño tomar unos ricos mates con ella o salir a caminar, pero ya podremos hacerlo. En este día muy especial quiero agradecerle que sea parte de mi vida, que me haya escuchado y aconsejado cuando lo necesité. La volvería a elegir mil veces como mi amiga, ahora hace seis años que no nos vemos y la extraño mucho”, finalizó con nostalgia.
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