POSADAS. “Sí, sí, así”, dijo una de las testigos clave en la causa que investiga el crimen de Carlos Raúl Guirula (30), mientras alguien pateaba a la cabeza del maniquí que representó a la víctima. Fue uno de los testimonios más duros que se escucharon anoche, al cierre de esta edición, en el inicio de la reconstrucción ordenada por la Justicia.Como PRIMERA EDICIÓN pudo atestiguar, el testimonio provino de una de las mucamas del motel de avenida Andresito y Santa Catalina, donde ayer se inició el procedimiento comandado por el magistrado Marcelo Cardozo, al frente del Juzgado de Instrucción 1 de Posadas, en el que también participaron efectivos de Homicidios y de la Saic.La reconstrucción comenzó alrededor de las 19 y los primeros en declarar fueron los dos jóvenes que esa noche acompañaban a Guirula. Como se retiraron antes, apenas pudieron aportar las posiciones de los vehículos policiales al llegar: la camioneta de la Decimotercera en el ingreso al motel, uno de los móviles del Comando tapando esa entrada y otro sobre Andresito, a unos diez metros de Santa Catalina.Luego fue el turno de las dos trabajadoras sexuales, que tampoco entregaron datos de interés para la causa, y de una de las mucamas, que no brindó mayores detalles.Relato contundenteSin embargo, fue su compañera la que aportó un testimonio que puede resultar clave. La mujer contó que vio todo desde una dependencia especial de los empleados, que cuenta con un vidrio espejado a través del que sólo se ve desde adentro hacia afuera. Desde allí, a unos diez metros de distancia, aseguró haber visto cómo la oficial detenida pateaba reiteradas veces a Guirula, rodeado por uniformados y en el piso.“¿Así le pateaba?”, le preguntó la comitiva policíaco-judicial, mientras uno de los agentes descargaba patadas con fuerza en la cabeza del muñeco. “Sí, sí, así…”, confirmó la muchacha. Le preguntaron si a esa altura Guirula ya estaba esposado. Dijo que no sabía, pero que podía suponer eso ya que la víctima estaba quieta y no se defendía.Tras ese testimonio contundente llegó el turno del guardia de seguridad del motel, quien aseguró que Guirula estaba exaltado y que temió por su integridad física. Sobre el accionar policial, dijo que sólo vio que lo rodeaban y que la víctima estaba en el piso. Algunos forcejeos, pero todo muy confuso a raíz de la posición en la que se encontraba.El último de los testigos en prestar declaración fue el conserje, quien le contó a las autoridades que escuchó cuando la oficial se dirigía a los amigos de Guirula. “Rajen de acá o van a terminar presos como él”, les gritó. Ese hombre también aseguró que la oficial le decía al albañil: “Yo misma te voy a iniciar una causa por resistencia a la autoridad”.Anoche, al cierre de esta edición, estaba previsto que los nueve policías detenidos -quienes permanecían en la escena en tres móviles del Servicio Penitenciario Provincial bajo una fuerte custodia- tomaran parte del asunto y brindaran su versión de los hechos. Luego las autoridades tenían previsto continuar en la comisaría Decimotercera. Todo indica que el procedimiento podría requerir de una segunda jornada.Un operativo fatalEl hecho tuvo lugar minutos después de las 3 del sábado 19 de julio, en un albergue transitorio emplazado en la intersección de las avenidas Santa Catalina y Andresito de la capital provincial.A esa hora, Guirula y dos amigos intentaban retirarse luego de alquilar dos habitaciones junto a dos acompañantes femeninas cuando se inició una discusión con un encargado del lugar, al parecer, por una deuda de 104 pesos contraída por la compra de una botella de whisky por parte de la víctima.Ante el alerta, tres efectivos de la Decimotercera llegaron al lugar, pero entonces Guirula se atrincheró en su automóvil. Los policías pidieron refuerzos y llegaron tres móviles del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional I.Habría sido en esos minutos que el albañil fue salvajemente golpeado, mientras era sacado del vehículo y subido a la camioneta. La autopsia reveló que tenía marcas de borceguíes en distintas partes del cuerpo, incluso en la cabeza, y que la causa de la muerte fue por el estallido de uno de sus pulmones.Al llegar a la comisaría, los uniformados se percataron de que Guirula no tenía signos vitales. Entonces, según la principal teoría, procedieron a trasladar el cuerpo varias veces y posteriormente lavar la camioneta y el playón de la dependencia, con el objetivo de esconder elementos de prueba. Sin embargo, todo se descubrió y los nueve policías continúan detenidos, acusados de “tortura seguida de muerte”, que prevé prisión perpetua.
Discussion about this post