OBERÁ. El postergado desfile de los inmigrantes se concretó en la calurosa tarde de ayer. Si bien estaba programado para el día de inicio de la fiesta, jueves 4, la lluvia impidió su realización, pero no el ánimo de desarrollarlo. Por eso las colectividades decidieron que se cumpla el día en el que estaba previsto descansar. Los deseos de desfilar se impusieron a toda necesidad y en consecuencia hizo que el lunes se convirtiera en un día normal de fiesta, así las casas se aprestaron a abrir sus puertas y cada sector del parque sumó un día más de trabajo. Los ballets dieron vida al escenario alternativo para que la propuesta artística no esté ausente. La entrada libre y gratuita completó el atractivo programa.El desfileNo tuvo la concurrencia habitual por ser un día laboral y escolar normal. Aunque hubo intentos y gestiones, el asueto escolar no pudo repetirse. Sin embargo en el ámbito municipal sí se reiteró el feriado administrativo.El palco construido especialmente para el acontecimiento en el centro cívico recibió al jefe comunal Ewaldo Rindfleisch acompañado por parte de su gabinete, al presidente de la Federación de Colectividades, Bernabé Aguirre y a otras personalidades de la ciudad. La apertura del desfile como suele ocurrir fue con la representación anfitriona. Las paisanas argentina, misionera, obereña y donosa pasaron frente al palco transportadas en vehículos vestidos con las correspondientes banderas.Posteriormente la reina nacional del inmigrante Natalia Burger y sus princesas revivieron la actividad del año pasado, cuando encabezaron sus colectividades para competir por el cetro de soberana. Ahora viviendo últimas horas de sus reinados. La colectividad suiza a la que pertenece la reina, fue la primera en ponerse en marcha. Una carrosa con una vaca lechera construida en hierro con fibra de vidrio y poliéster trajo un trozo de paisaje suizo al desfile. La música de “Los auténticos del ritmo” provenientes de San Jerónimo Norte, Santa Fe, completaron el cuadro. Luego niños, jóvenes y adultos de la colectividad siguieron su bandera. Los italianos y rusos continuaron tal cual el orden previsto. “Tanos” con trajes distintivos y rusos con carros llenos de niños ataviados con el traje típico, siguieron a su reina, transportada en un trineo reacondicionado a nuevo.A su turno los portugueses, presentaron como novedad en una carrosa un barco que les llevó un mes construir, representando la zona de Nazaret, zona netamente pesquera y los colores que identifican al emblema del país europeo.Los carros polacos reeditaron el medio de transporte de esas tierras y no faltó la música para acompañar a los integrantes de la colectividad que llenaron con su colorido el camino al parque, algunos vestidos como “laikonik y dragón de badel” mostraron como lucen estos personajes propios de la cultura polaca.Como una de las colectividades más numerosas se presentaron los alemanes con el infaltable barril de chop muy bienvenido con el calor reinante.La colectividad japonesa con su particular vestimenta precedió al ñandutí característico de los vestidos paraguayos. Mientras que los ucranianos fueron los últimos en encaminarse hacia el parque sin perder la alegría. La misma que ofrecen en su casa, una de las más visitadas del parque. Como suele ocurrir diversas organizaciones adhirieron al desfile. Grupos de danzas, autos antiguos entre otros cerraron así el desfile.Probablemente la concurrencia no fue la misma, pero no faltó el colorido, la alegría y la satisfacción de quienes hacen a la fiesta. Aquellos que cumplen distintos roles, como ser directivos, bailarines, cocineros, mozos, todos estuvieron presentes. Por sobre todo niños y jóvenes que son los herederos de la fiesta y quienes seguramente asumirán el compromiso de mantenerla en el tiempo con el mismo espíritu de sus inicios: traer a esta parte del mundo algo de la cultura que dejaron quienes vinieron a asentarse y forjaron la comuna en un ejemplo de convivencia.
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