La expansión económica de los últimos años estuvo montada obre el crecimiento del consumo privado. Una de las claves ha sido la sostenida suba real de los ingresos familiares, principal determinante del consumo (siendo las tasas de interés y las expectativas los otros).En lo que era un círculo virtuoso, la expansión económica generaba puestos de trabajos y permitía pagar mayores salarios, lo que a su vez sostenía el crecimiento del consumo. Todo ello favorecido, además, por las políticas públicas.Sin embargo, este año está demostrando que sostener un modelo de crecimiento basado en el consumo es muy difícil. Con ingresos cayendo debido al ajuste del empleo y las remuneraciones, el motor económico perdió mucha potencia.En materia de ingresos, este año la mayoría de la población perderá la carrera contra la inflación. Ello teniendo en cuenta los incrementos anunciados de las prestaciones sociales (jubilaciones y AUH) y del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) y considerando que las remuneraciones de los trabajadores evolucionarán en sintonía con la inflación (supuesto discutible por lo optimista).La situación de quienes dependen del Estado es dispar. Frente a una inflación de 38%, los perceptores de AUH cobrarán una prestación más alta en términos reales. En cambio, quienes sí se verán perjudicados son los 7,4 millones de jubilados y pensionados, ya que el incremento automático otorgado por Ley apenas supera 30% anual.A nivel agregado, no obstante, lo que Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) pagará “de menos” en cada prestación será compensado con nuevos beneficiarios, sobre todo a partir de la entrada en vigencia de la Ley de Moratoria Previsional.Los trabajadores en actividad verán caer sus ingresos por segundo año consecutivo. Suponiendo (en el mejor escenario) que los salarios evolucionan al compás de la inflación en los próximos meses, el poder adquisitivo de los trabajadores del sector privado registrado cederá más de 3%, lo que se suma a la baja de 2% del año pasado. La dinámica de las remuneraciones de los empleados públicos no es mucho mejor: la caída real esperada para este año es de -1,2% (-1,4% en 2013). Lógicamente, la situación de los trabajadores informales es más precaria, con una caída real esperada del SMVM de 3,6% para este año (-3,4% en 2013). Ello a pesar de la reciente actualización (+22%), que se suma a la otorgada el pasado enero (+9,1%).De todas formas, la dinámica de las remuneraciones no es homogénea a nivel sectorial. Las negociaciones colectivas entre sindicatos y empresas arrojaron resultados diversos, según la capacidad de negociación de cada gremio y la situación económica particular de cada actividad.De acuerdo al Ministerio de Trabajo, todas las negociaciones cerradas a la fecha (aún restan homologar algunos sectores) acordaron aumentos superiores a la inflación de 2013, pero por debajo de la suba de precios esperada para 2014.El promedio (ponderado) da cuenta de una suba de 29,7%, con los sindicatos de Químicos (+37%) y Alimentarios (+35%) como los menos perjudicados.En el otro extremo, los tres sectores más importantes en términos de empleados, como Comercio, Construcción y Metalurgia, se ubicaron entre los más rezagados (27%, 29% y 30%, respectivamente). No casualmente, estos sectores también se incluyen entre los que más están sufriendo el bajón económico.Lo que ocurre con los ingresos tiene correlato directo sobre el consumo y el nivel de actividad. En efecto, la economía ya está sintiendo el enfriamiento del consumo privado, registrándose disminuciones de ventas (reales) en todos los segmentos: -3% anual en supermercados (julio, +0,3% acumulado), -16% en shoppings (julio, -4,6% acumulado), -9% en comercios minoristas (agosto, -7,6% acumulado), -24% en automóviles (julio, -16% acumulado). Es por ello que, de no agravarse aún más esta situación, la economía se encamina hacia una recesión de 2% de PBI.El Gobierno no es ajeno a esta situación, pero tampoco tiene margen de maniobra para modificarla. Por un lado, porque la expansión fiscal actúa con rezagos. Por caso, la extensión de la cobertura previsional depende del ritmo al cual se anoten los beneficiarios. Pero también porque el financiamiento monetario del creciente déficit deriva en mayor inflación y presiones cambiarias, lo que reduce el poder adquisitivo de toda la sociedad, golpea el nivel de actividad y complica la estabilidad macroeconómica. Es decir que el impulso fiscal inicial se ve amortiguado por estos efectos secundarios. Al menos para 2014, el balance de esta ecuación será negativo.
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