OBERÁ. “…condenar a Hugo Bareiro a la pena de prisión perpetua”, se escuchó en el recinto y los familiares de las víctimas estallaron en llanto, confundiéndose en un abrazo interminable. Eran las lágrimas del dolor contenido, desde el 5 de enero pasado, cuando Bareiro se cruzó deliberadamente de carril en la ruta provincial 103, jurisdicción de Campo Ramón, e impactó de lleno a la motocicleta en que viajaban su hijastra Cinthia Marisol Gómez y la amiga Yessenia Filippin.El encontronazo fue de tal magnitud que el frente del Fiat Duna quedó literalmente destruido. Las jóvenes, obviamente, perecieron en el acto.El reloj marcaba casi la medianoche del 5 de enero cuando las primeras patrullas arribaron al escenario de lo que, en un principio, se pensó era un accidente de tránsito.Sin embargo, con el devenir de las horas, se caería esa coartada y comprobaría que, en realidad, fue un episodio criminal premeditado, planificado con una frialdad despiadada.Eso quedó demostrado ayer en el recinto de audiencias del Tribunal Penal 1 de Oberá con una claridad meridiana. Por eso la fiscal Estela Salguero de Alarcón pidió la pena de prisión perpetua para Bareiro, requerimiento con el que coincidieron la presidenta del debate Lilia Avendaño y los vocales Francisco Clavelino Aguirre y José Pablo Rivero.Bareiro fue declarado penalmente responsable de dos delitos de femicidio, cometido en un contexto de violencia de género contra Cinthia Marisol Gómez, y homicidio simple, del que resultó víctima Yessenia Filippin.Para los jueces no quedaron dudas de que el hombre consideraba a Cinthia responsable de su separación con la madre. Por eso la terminó matando.Yessenia, en tanto, pagó con su vida ser amiga de aquella. Para el acusado, se trató simplemente de un “efecto colateral”. Los jueces coincidieron con el petitorio de la fiscal porque entendieron que hubo amenazas previas, persecución y hasta hostigamiento hacia su hijastra.Aquel 5 de enero -quedó probado- Bareiro siguió a la joven de 22 años por distintos lugares. Incluso se apostó en un bar, en Villa Bonita, a tomar cervezas. Desde allí podía obsevar cómo su hijastra jugaba al vóleibol. No era una tarea complicada para él. Conocía en detalle los movimientos de Cinthia.En el debate, que arrancó y terminó ayer, se reveló que la joven, al verlo sentando en el comercio, se puso muy nerviosa. Envió un mensaje de texto a su hermana contándole la situación. “No quiero volver de noche”, le habría dicho. Lamentablemente, sus temores encontrarían, a posteriori, razón de ser.Yessenia, amiga del alma, se ofreció a acompañarla para que no se sintiera sola y lo pagó con su vida.Ambas regresaban desde Villa Bonita a Campo Ramón cuando se produjo lo peor. Los peritos creen que sólo alcanzaron a ver los faros enceguecedores del vehículo que en forma furiosa se acercaba a ellas. Allí, en el paraje “La Grapia”, dejaron sus vidas. Y ayer, en el Tribunal Penal 1 de Oberá, sus deudos encontraron la Justicia que fueron a buscar.Saben que el responsable estará donde debe estar, pero de regreso a casa el dolor continuará allí, tal vez por un tiempo más, hasta que el recuerdo alegre de Cinthia y Yessenia le devuelva un sentido a todo. La anécdota del gato• Cinthia Marisol, la hijastra de Bareiro, sentía una debilidad especial hacia su gato. Para ella, era la mejor mascota que podía tener. Un día, en medio de una áspera discusión con el padrastro, éste lanzó una frase que, a la luz de los acontecimientos que ocurrirían, tomaría una dimensión reveladora, escalofriante.“Voy a agarrar a ese gato y lo voy a matar, como a todos ustedes”, habría manifestado en ese entonces.Curiosamente, al otro día, el animal desapareció; jamás lo volvieron a ver.Pudo ocurrir que el felino muriera atropellado por un coche, pero en un caso así las casualidades tienen el sustento de una pluma. • Cuando Bareiro conoció a la madre de Cinthia, la relación comenzó viento en popa. Era un ambiente cordial, de felicidad. La mujer, incluso, le compró un coche y lo puso a su nombre.Sin embargo, como dice el refrán, todo pasa. Al poco tiempo el hombre, actualmente de 44 años, comenzó a mostrar aristas de su verdadera personalidad.Comenzó a llegar cada vez más tarde a la casa y en completo estado de ebriedad.Empezaron las recriminaciones lógicas de una mujer que no quería que se comportara de esa manera y menos aún, frente a sus hijas.Bareiro no tardó mucho en pasar de los insultos e improperios a la agresión física. Finalmente, la mujer optó por pedirle que se vaya, que la dejara con sus hijas.Bareiro se metió en la cabeza, como una obsesión, que las culpables de la situación eran las dos hijas de su pareja. El 5 de enero pasado concretó lo que, seguramente, planificó desde el mismo día en que debió abandonar la casa.
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