GARUPÁ. “Cualquiera con un poco de corazón, haría lo que yo hago”, aseguró Ana María, una mujer que el último año dejó de lado sus ocupaciones y por “amor al prójimo”, como ella dice, se dedicó a cuidar a ancianos, en un salón que tiene en el fondo de su terreno, ubicado en cercanías al barrio 70 Viviendas y a pasos de la Costanera de esta ciudad. La historia de amor de Ana hacia estas personas se inició en 2013, cuando ella dejaba dormir a un señor en el salón. “Era una persona alcohólica ‘mi sobrino’ (figura con la que lo adoptó, porque el hombre no tiene identificación y estaba en situación de calle); pero ahora hace cinco meses que no toma nada. Sin embargo, es complicado porque es una persona que insulta mucho, aunque yo lo entiendo porque le hace falta algo (por la bebida alcohólica) con lo que convivió toda una vida”, contó la mujer a PRIMERA EDICIÓN, quien visitó la sede de la Asociación Civil Esperanza Activa Comunitaria de Garupá. La integran un grupo de personas de esa zona, pero Ana y Alejandra, son quienes hacen la mayoría de las cosas. “Ella se mueve todo el día por los viejitos (con cariño), cambió su vida para ayudar a estas personas. Pero, la verdad, verlos como están ahora es increíble”, confirmó Alejandra, mientras terminaba de limpiar el salón. La mujer fue adoptada siendo niña y los últimos años de su mamá, los pasó cuidándola. Allí conoció las necesidades de los ancianos, “pero me gustó hacerlo, ellos son muy cariñosos cuando uno los ayuda. Están en una edad donde ya tienen mañas y deben pedir ayuda para algunas cosas, entonces son recíprocos cuando uno les da cariño, les presta atención”, aseguró.Corazón solidarioAna comentó que en los últimos años hicieron, junto con los vecinos, fiestas de Día de Reyes y del Día del Niño para los más pequeños. También festejaron el Día de la Madre con la colaboración de otras asociaciones. “Siempre tuvo un corazón solidario”, dijo Alejandra. “Siempre recibimos donación de ropas y juguetes para los chicos, pero ahora estoy más abocado a los abuelos, porque son personas que no tienen dónde dormir. Entonces, se me vino a la cabeza ayudarlos, ahora vive acá un abuelito (84 años) que tiene cáncer de próstata y ninguno de sus hijos se hizo cargo”, dijo Ana sobre Roberto, mientras las lágrimas caían sobre sus mejillas. Ana es una persona que demuestra entereza, pero en varios pasajes de la conversación con este medio, la emoción se apoderó de sus ojos. “A mí me hicieron dos denuncias por tener a los abuelos acá, pero nadie se hace cargo. Yo no voy a dejarlos tirados, con nosotros están bien, comen todos los días y con Ale los higienizamos, porque ellos solos no pueden hacerlo”. En la actualidad hay tres abuelitos con Ana, pero como en toda asociación, las necesidades son muchas, más sin ayuda del Gobierno, sólo un “sueldito” del Pami de 800 pesos por cuidar a Roberto “por cuatro horas, y ellos viven con nosotros”, dijo. Remarcó que “por suerte conocemos muchísima gente solidaria que siempre nos dona algo, pero lastimosamente no alcanza”. Consultada sobre qué cosas necesitan para estar mejor, Ana enumeró: “Lo principal son colchones, miren (señaló al patio) allá están los que usan ahora, ventilándose porque los abuelitos hacen sus necesidades encima. También pañales, ropas, sábanas. Y por supuesto alimentos, medicamentos para curarles las heridas, algodón, gasas”. Cada tanto, Ana regresa a su primer amor: la peluquería, para comprar los productos necesarios, “pero eso no alcanza”, aseguró la mujer, que horas antes de la visita de este Diario estuvo en el Ministerio de Salud Pública gestionando una silla de ruedas y una cama ortopédica para “sus sobrinos”. Proyecto La mujer tiene un sueño: “Quiero construir una pensión para ellos, que sean piezas para cada uno y con un baño compartido cada dos”. Apunta a eso, ya se imaginó e hizo un bosquejo de la construcción, pero necesita los recursos para levantarlo. “Hablé con (Héctor) Vallejos de la Uocra, quien se comprometió a conseguirme la mano de obra, y algunos vecinos van a ayudar también. Por eso ahora me muevo (por organismos públicos) para ver cómo puedo conseguir un subsidio, no quiero que me den la plata, solamente que compren los materiales para levantar un Hogar de Ancianos”. “Ojalá se pueda concretar y que tenga más abuelos para cuidar, eso me hace feliz”, cerró Ana.
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