OBERÁ. Alejandra Pereyra e Hilario Ramírez tienen ocho hijos. Viven en una precaria vivienda del barrio San Miguel, pasando innumerables necesidades: no tienen luz, tampoco agua y en la casa de madera donde residen tampoco hay camas ni mantas para soportar el frío. Los ingresos con los que la familia se sostiene son mínimos: Alejandra percibe una pensión como madre de siete hijos y su esposo realiza “changas” o trabaja en la tarefa. Pero es muy poco. Hace algunos meses, la pareja compró los materiales para levantar una vivienda de madera con techo de plástico. Según contaron a los periodistas de PRIMERA EDICIÓN, pagaron por el terreno (que probablemente sea espacio verde o terreno fiscal) 1.500 pesos. Sin embargo, dijeron que no conocen a la persona que les cobró.Sin nadaAlejandra invita a pasar a la casa. Allí, hay un solo ambiente y éste alberga a toda la familia que debe dormir en el piso ante la imposibilidad de tener camas. En esa vivienda tampoco hay agua potable, por lo que el vital recurso es obtenido de un pozo que se encuentra a unos metros y que es utilizado por otras familias, también asentadas en el lugar. El pozo probablemente esté contaminado, ya que está rodeado por letrinas. Y su líquido es lo que ingieren como si se tratara de agua potable, por lo que el riesgo de contraer enfermedades está latente. Por las noches utilizan velas, ya que carecen de energía eléctrica. Alejandra cuenta que sus hijos en edad escolar (5, 10, 12 y 15 años) asisten a la escuela, pero los más chiquitos (de 1, 3 y 4 años) se quedan a su cuidado. “Por eso yo no puedo trabajar, tengo que atenderles”, contó Alejandra. Pero “la pensión no nos alcanza, con lo poco que saca mi marido de las changas apenas nos da para comer”. Llegar al lugar no hace más que exponer una problemática que no se logra erradicar en gran parte de la provincia. En San Miguel hay varias familias viviendo “amontonadas”, sin los servicios básicos. Hace meses, el grupo solidario “Cadena de Favores”, encabezado por Patricia Ledebur, se fijó el objetivo de construirles una vivienda adecuada. “Desde hace tiempo les venimos ayudando. Vivían en otro barrio, pero hace dos meses decidieron venir a este lugar y la situación es preocupante. Sobre todo por los niños, que están en riesgo de contraer enfermedades. Se acerca el invierno y esperamos construirles una casa digna”, dijo Patricia, quien solicitó “a todos los que quieran sumarse que lo hagan. Necesitamos ladrillos, cemento, todo lo necesario para una pequeña casa. Vamos a tratar de conseguirlos en esta semana, así el próximo sábado empezamos la construcción”.
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