GARUPÁ. Dos hijos menores de Francisco Sánchez y Liliana Suárez tienen sus piernas cubiertas de heridas y sus padres lo atribuyen al gasoil que se vierte desde los talleres del ferrocarril del “Grupo Z” a una naciente que pasa al lado de su vivienda, que ya se filtró al pozo del que beben agua diariamente. El matrimonio aseguró que el problema es de vieja data porque allí opera una empresa privada pero que se agravó cuando comenzó la explotación del servicio del tren internacional, cuyas unidades llegan hasta el lugar cada noche para realizar el mantenimiento de la máquina y los vagones. El combustible y demás deshechos se vierten en una vertiente que desemboca en el arroyo Garupá, justo en la zona de playas, y durante el recorrido contamina a varias familias que residen cerca del cauce.Los damnificados viven en el barrio Nuevo, detrás de las 70 Viviendas. “Tenemos un pozo de agua de unos tres metros y dentro de él están los vestigios del aceite. Está quemando las plantas y la piel de los niños, que están cubiertos de heridas”, dijo la mujer, al tiempo que recordó que “ahora que comenzó de vuelta el tren, reapareció el problema. Hace un tiempo esto pasaba pero luego comenzaron a cargar los deshechos en tanques y llevaban a otro lado, no los largaban acá. Ahora que comenzó el tren, largan todo en esta cuneta”.La vecina aclaró que no saben concretamente “qué hacen en el lugar. En el taller, todas las noches, cuando el tren viene, estimamos que lo limpian porque después tenemos todo este problema. Acá hay dos tubos que desembocan en este cauce y nosotros vivimos a la orilla del arroyito”.Sin agua potableEl matrimonio, que no sabe a quién más recurrir para encontrar una solución al problema que están viviendo, indicaron que en la temporada de fuertes sequías el pozo “nuca se secó y todos venían a buscar agua de ahí, pero ahora se filtró todo el aceite, y no tenemos agua potable”.Sin embargo, hace cinco días atrás el tema comenzó a “recrudecer” y hablaron con personal del Ministerio de Ecología pero les aconsejaron que se acercaran a las oficinas de San Lorenzo y Santa Fe y “dialogáramos con el arquitecto Alsina, y todavía no fuimos porque tenemos que movilizarnos hasta Posadas, algo que no es sencillo para nosotros que lo único que queremos es que esto no continúe afectándonos. También nos dijeron que hay que buscarlos (a los chicos) para hacer los estudios”. Sánchez se lamentó porque a sus chicos de doce y trece años “le salen una especie de granos” y porque “se nos murió un perro y varios gatos”, presume que por el mismo problema o algún aditivo que le agregan al combustible. Aseguró que “nos higienizamos con el agua del pozo y eso está contaminado porque nos salen granos por todos lados. Cargamos el líquido del pozo a un tanque pero cada tanto tenemos que bajarlo para limpiar porque ya no corre por las cañerías, porque se llena de aceite”.Ante está problemática, “fuimos a ver el asunto para instalar el agua y nos piden muchos requisitos que para nosotros es imposible ya que estamos en un terreno en el que vivimos hace veinte años”, dijo Sánchez, que después de trabajar por años en la construcción está desocupado. Tanto él como su familia viven de una pensión que recibe su mujer por incapacidad debido a severos problemas de columna. Sólo piden que “dejen de tirar aquí y que hagan el tratamiento que tienen que hacer, que junten y lleven a otro lado. Esto va al río y a los arroyos, y eso nos contamina el pozo”.Natalia vive sobre el cauce, a escasos metros de donde empiezan a emanar los líquidos oscuros y aceitosos. “Los chicos no pueden salir a jugar y la nena está con problemas respiratorios. Cuando viene visita la tengo que tener adentro a pesar de que el espacio es reducido”, comentó.El desborde temidoDurante los días de lluvia se desborda el cauce y días atrás estuvo a punto de ingresar al interior de la vivienda. “Nos llenamos de aceite hasta los tobillos”, contó, e insistió con que “es imposible respirar cuando empiezan a limpiar los trenes. Es muy fuerte el olor. Todas las noches lo mismo”.Los vecinos manifestaron que intentaron buscar una respuesta sin suerte en la empresa que tiene a su cargo el taller donde se acondiciona el tren del “Grupo Z”, pero no lograron ningún tipo de respuestas.“La situación se está volviendo desesperante porque empieza a afectarnos la salud, al agua que bebemos. Además, hay que tener en cuenta que no somos los únicos perjudicados; acá se está contaminando el agua y las napas que llegan hasta otras casitas de la zona, es decir que esto se está expandiendo. Alguna autoridad debería tomar algún tipo de medida, porque no pueden seguir tirando así nomás los desperdicios sin ningún tratamiento. Somos humildes pero sabemos que algo mal están haciendo, porque no puede ser que haya tanto aceite en la vertiente y nadie se haga eco de esto”, indicó Natalia.
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