POSADAS. (Por Rocío Gómez y Gisela Fernández) Miedos, lo que se dice miedos, durante la juventud hay pocos. Quizás quedarse sin batería en el celular, quizás llegar tarde a una reunión de amigos, quizás no haber estudiado para alguna lección de la escuela. Pero una de las principales características de la juventud es la falta de temor y la feliz ignorancia de todo aquello “que puede pasar”. Sin embargo, en los últimos tiempos, se ha detectado un miedo particular y generalizado en niños y adolescentes: el miedo a subir de peso.Cada vez son más los chicos que se preocupan por su peso y están pendientes de lo que comen. En la provincia de Buenos Aires, un estudio realizado por la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba) determinó que el 35,44% de los adolescentes teme subir de peso. La investigación se dividió por género y abarcó a mil alumnos de enseñanza media, es decir de entre 12 y 18 años. Esos números, publicados por el diario Clarín, no se alejan demasiado de lo que sucede en el resto del país y particularmente en Misiones, donde a causa del miedo a engordar, los chicos comen menos y peor. “La sociedad, actualmente le muestra a los jóvenes que la belleza y la delgadez son sinónimos del éxito, ‘si sos flaca/o, te va a ir bien’. Lo que nadie tiene en cuenta es que este ‘mandato’ social en adolescentes con baja autoestima que comienzan a conformar su personalidad, puede influir negativamente y llegar a un extremo de generar un desorden alimenticio. Si bien el temor a engordar no necesariamente conlleva a un trastorno de la alimentación, puede terminar en esto si el contexto que rodea a los adolescente no está atento, o si es ese mismo entorno familiar, escolar, amistoso, es el que genera el mandamiento ‘no engordarás’, implícito en cada publicidad, cada vidriera, programa televisivo, pasarela de moda, revista, etc.”, advirtió a PRIMERA EDICIÓN la licenciada en psicología, Laura Mingo.No sólo la visión que devuelve el espejo es la que asusta al adolescente, especialistas aseguran que el reflejo de la sociedad es un parámetro que complica la situación del joven. “El principal inconveniente de las personas que temen engordar es la sociedad y la cultura en la cual viven; en nuestro país, como en tantos otros, la belleza se mide por la delgadez, sin importar los valores ni otros aspectos importantes para definir a una persona más allá de su aspecto físico. Esto puede llevar a un conflicto sobre la visión del propio esquema corporal, ¿qué pasa cuando estamos conformes con nuestro cuerpo y alguien nos dice que ‘estamos gorditos’?”, se preguntó Mingo y agregó “¿somos conscientes de la semilla que sembramos con el comentario ‘estás más gordita’? Depende de las características de personalidad de cada joven, pero ese simple mensaje puede impactar de formas diferentes. Algunos lo tomarán al pasar, mostrándose seguros y con confianza en sí mismos, y otros se comenzarán a mirar más de seguido el espejo o seleccionarán con mayor cuidado los alimentos, entre otras conductas que pueden desencadenar en una ‘lipofobia’”.La lipofobia es el temor exagerado, enfermizo e irracional a subir de peso y puede acarrear consecuencias graves. “Este es un problema histórico y está relacionado a la percepción de la imagen que tienen los niños y adolescentes y que en sus casos extremos puede derivar en enfermedades como la bulimia y la anorexia. Ellos mismos nunca vienen al consultorio a preguntar por sí solos, generalmente son acompañados por sus padres que reconocen y ven que sus hijos han cambiado ciertas actitudes, principalmente sus hábitos alimenticios: dejan de comer en el almuerzo o no quieren cenar o descubren que después de comer, vomitan”, destacó la médica deportóloga y pediatra Silvina Claudia Farras, en diálogo con este Diario. El problema de las dietas autoimpuestasEl miedo a subir de peso, la presión por estar “lindo” y “flaco” que impone la sociedad y el cada vez mayor acceso a Internet y redes sociales son un combo que deriva en una problemática creciente: niños y adolescentes que hacen dieta para no subir de peso. La dieta estuvo largamente relacionada con las mujeres adultas pero, de repente, son una solución que buscan niñas y, sorpresivamente, también varones en edad escolar. “Ellos mismos se imponen dietas que vieron en la televisión o que leyeron en alguna página de Internet o que escuchan que algún otro amigo la hace. La única intención es no engordar y respetan esta dieta autoimpuesta que nada tienen que ver con su edad, con su peso, con las actividades que realizan o con los nutrientes que necesitan”, aseguró Farras. La profesional indicó que esto es “muy grave” porque puede derivar en una malnutrición, “esa es la edad donde necesitan más nutrientes, porque están en pleno crecimiento y no hacen dieta porque quieren estar sanos o alimentarse mejor, lo hacen para estar más flacos, por cuestiones estrictamente estéticas, impuestas por la sociedad”. La eliminación de nutrientes importantes en el proceso de crecimiento es el puntapié inicial de problemas de mayor gravedad más adelante. “Esta situación de hacer dietas que están de moda, como la de la luna, la de las frutas donde sólo comen manzanas, por dar algunos ejemplos, se ve mucho en los jóvenes y puede causar graves problemas en su salud. Mucho más en esta etapa de crecimiento donde deberían consumir todos los nutrientes que corresponden”, aseveró la licenciada en nutrición Florencia Giménez, integrante de la comisión de jóvenes profesionales del Colegio de Nutricionistas de Misiones. “Si quieren bajar de peso, lo mejor es asesorarse con un profesional y dejar de lado las dietas de moda”, agregó.Muchas veces sucede que este tipo de dietas son compartidas por todo el grupo de amigos y son varios las que las hacen. Como todo en la adolescencia, se copia. “Esto tiene consecuencias que pueden ser graves. Por ejemplo, hay chicos que eliminan completamente de su dieta a las grasas, y eso no es sano, porque trae consecuencias como enfermedades del páncreas, por eso cada vez hay más jóvenes que se operan de la vesícula. Las dietas suelen eliminar algún nutriente importante y si no son equilibradas, traerán serias consecuencias”, remarcó Giménez. Una misma moneda, dos carasPero esta es una problemática que no termina ahí. Así como hay jóvenes obsesionados por no engordar que consumen muy poco alimento y hacen todo tipo
de dietas “on line”, “del otro lado tenemos a los jóvenes y adolescentes que comen comida chatarra y consumen mucha gaseosa. Lo que no es sano tampoco, los jóvenes necesitan nutrientes importantes que les permitan tener un crecimiento sano porque viven una etapa crítica, donde la deficiencia de algún nutriente puede acarrear problemas en el desarrollo, el crecimiento o la fertilidad”, indicó Giménez. En la época donde Internet domina todo, pocos adolescentes recurren al médico ante alguna consulta, en su gran mayoría “googlean” su problemática y toman como cierto los resultados de la búsqueda en Internet. Esto también causa problemas, no mientras son jóvenes, cuando el cuerpo aún tiene reservas, pero si en la adultez. “Niños y adolescentes no van al nutricionista, lo hacen los adultos, y llegan al consultorio con problemas como diabetes, hipertensión, enfermedades crónicas no trasmisibles que se relacionan casi de manera exclusiva con una mala alimentación. Lo ideal sería que los niños, y adolescentes se presenten y aprendan a comer para que en su vida adulta puedan gozar de salud. Eso es algo que hay que cambiar. Cuando los chicos vengan a prevenir, vamos a tener adultos más sanos. Si todo sigue igual, estamos criando una generación de futuros adultos con graves problemas de salud”, finalizó Giménez. Los adolescentes no esquivan hablar del tema POSADAS. PRIMERA EDICIÓN consultó a un grupo de adolescentes y pre-adolescentes si el sobrepeso o el temor a ganar kilos estaba en su agenda. Las respuestas fueron contundentes: todos en mayor o menor medida confesaron que tienen miedo a engordar. Algunos por temor al rechazo, burla o discriminación que podrían sufrir de sus pares, otros por una cuestión de salud o estética. Dos cuestiones llamaron especialmente la atención en esta consulta en la que se seleccionó a personas delgadas; una de ellas fue que pese a no tener sobrepeso, la mayoría de las chicas aseguraron que le gustaría bajar un par de kilos. El otro tema es que el miedo a la gordura no es una cuestión de género, pues está presente tanto entre las chicas como los chicos por igual. TESTIMONIOS: “Si quisiera adelgazar iría al nutricionista”María José tiene 14 años y es una de las pocas adolescentes consultadas que aseguró no tener miedo a engordar. “No creo que esté gorda, por ahí lo digo pero es porque me expreso mal, yo me refiero a que estoy un poquito excedida de peso… pero es más por salud.Para no engordar, trato de comer lo suficiente, por gula, pero tampoco voy a dejar de comer. No sé, un poco de todo, no me privo de ningún alimento. Si quisiera adelgazar, lo haría hasta el peso que me indique una nutricionista, que es la profesional que sabe cuánto tengo que pesar realmente. No me manejo por lo que yo creo, porque podría estar equivocada. “Me gustaría perder 4 ó 5 kilos…”Ana tiene 14 años y es delgada. Es muy golosa pero se cuida mucho para no romper la línea. El peso y la comida son temas muy presentes en su día a día. Ella como todos los adolescentes consultados por PRIMERA EDICIÓN confiaron su miedo a engordar. Y pese a que tiene el peso ideal para su estatura, contó que “me gustaría bajar 4 ó 5 kilos… con 4 estaría bien”. Dijo que hace ejercicio y no es de privarse comida, “más bien soy de comer de todo pero no me paso en las porciones”. “Trataba de dormir para no tener hambre”“Todo empezó en noviembre del año pasado, después de volver de mi viaje de estudios. Me pesé y tenía 47 kilos. Justo me compré una revista donde había un artículo sobre una chica que contaba que tuvo que dejar la danza por la facultad… recordaba que cuando tenía 14 años pesaba 43 kilos. Eso me dejó pensando porque yo tenía 13 años recién cumplidos y ya pesaba 47… entonces me dije que comía un montón y que, por más a mí también me gusta mucho danza, iba a engordar. Antes desayunaba, almorzaba y cenaba… pero empezaron las vacaciones y dejé de desayunar porque me levantaba tarde, daba muchas vueltas a la hora del almuerzo y en la cena decía que no tenía hambre, me comía una fruta o decía que tenía que hacer algo antes de comer y después no comía nada. Me mataba haciendo ejercicio por la noche. Cada vez fue peor, llegó un momento que solo almorzaba y me moría de hambre el resto del día. No me animaba a comer una sola galletita… para mí con una papa frita podría reventar.Estaba casi todo el día en mi pieza, trataba de dormir para no tener hambre. Dormía o hacía gimnasia, así era mi día. No me gustaba ir a la pileta porque me preguntaban si estaba enferma… me daba cuenta que no me veía bien, tenía la cara muy chupada y la piel y pelo seco. En febrero, mi mamá me llevó al médico y pesaba 44 kilos… dos semanas después había bajado otros dos kilos. Mi mamá me habló porque no podía ser que yo bajara tanto… todos notaban que estaba más flaca pero yo me veía igual. Yo escucha (espiaba) que mis padres hablaban del tema entre ellos y con mis abuelos, estaban muy preocupados. Nunca fui bulímica, no llegué a vomitar… intenté una vez pero no pude. Me sentía mal, deprimida y cansada, y un día en una página web leí que si no tenías con quien hablar sobre algo podías expresarlo en un diario. Sólo le conté a dos amigas, tenía gente cercana con quien hablar pero no me animaba a decir nada porque podía armarse un despelote… y bueno, finalmente un día se armó cuando mi mamá encontró el diario donde yo estaba escribiendo todo. Siempre supe que tengo personas con las que contar. Yo quiero ser modelo… algunos me hacen notar que yo tengo un rollo con la comida y eso me molesta porque es serio, un problema de verdad. Ahora estoy mejor, ya no me paso ninguna comida y trato de comer saludable.Desde que hago eso me siento mejor. Cuando este empezó la escuela, casi no podía correr en Educación Física, me dolía el estómago, no podía respirar y me cansaba mucho. También dejé las actividades deportivas que hacía fuera de la escuela porque no podía más. Mis dientes se volvieron más amarillos y vivía con la boca seca. Dicen que la anorexia no se puede curar pero yo salí tranquilamente. Cambié cosas que me hacían mal… por ejemplo seguir en Instagram a las modelos de Victori
a Secret porque yo quería ser como ellas. Pero cuando dejás de comer te dejás de desarrollar. En resumen… fueron tres o cuatro meses así. Ahora es como que me quedó eso, un poco, pero estoy mejor que antes. De todos modos hay cosas que todavía no puedo hacer, como tomar helado o comer una golosina”. – Fátima, 13 años. “Tengo miedo a engordar y que me hagan bullying”Tengo un poco de miedo a engordar porque mi cuerpo sería más pesado, me da la sensación que la panza me volcaría para atrás, estaría haciendo fuerza todo el tiempo para enderezar la panza. Si eso pasa podrían hacerme bullying en la escuela por ser gordo.Fui gordo cuando era chiquitito, tenía cinco o seis años. Nunca me dijeron nada en la escuela en ese momento. Ahora me siento bien con mi peso. Para mantenerme hago fútbol, taekwon do y como bien… es decir frutas, verduras, no muchas pero no muy pocas. Tener una buena alimentación. Trato de no comer ni mucho ni poco. A la noche como un poco más que al mediodía. Sólo a veces pienso que puedo engordar cuando estoy comiendo. Si me traen un cerdo con queso y todo así, ahí pienso que eso me puede hacer engordar. Ahí no no como mucho. Tengo amigos y compañeros gordos y les dicen cosas… cuando jugamos al fútbol le dicen: “Goooordoooo pasá la pelota… ¿porqué no pasás la pelotaaaaa, Gordo?. Me molestaría que me llamen así… pero a veces también yo los llamo así. – Ignacio, 11 años. “Quiero bajar”María tiene 14 años, es muy delgada pero igual admite que tiene un poco de miedo a engordar. “No quiero bajar muchos kilos porque no me veo como una persona `gorda´, pero me gustaría bajar unos 3 ó 4 kilos por lo menos. Para no engordar generalmente me cuido en mi dieta”.
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