PUERTO RICO. Esta mamá de 43 años y sus siete hijos más chicos podrían escribir un manual de supervivencia en la misera económica más absoluta. Una familia donde la comida del día depende de los pocos pesos que pueda juntar la jefa de hogar, Sixta Quintana, lavando ropa o limpiando casas, tarea que es muy difícil emprender cuando se tiene mellizas de ocho meses -Celia y Lucía-, un nene de tres años -Carlos-, una nena de diez -Juana-, un niño de once -Hugo- y una pre adolescente de trece, María. Por eso, la olla familiar depende casi exclusivamente de la solidaridad de los vecinos. Y no faltan los gestos de muchas personas pero eso no garantiza que muchas veces la familia pase hambre. Dormir ayuda a olvidar la panza vacía pero tampoco resulta sencillo para esta familia que sólo cuenta con una cama. Mientras que los más chiquitos duermen sobre el colchón, los más grandes deben hacerlo sobre una frazada en el piso. Con la llegada del frío, esa misma cobija -la única que tienen- deberán usar para abrigarse durante la noche por lo que no les quedará más alternativa que dormir directamente sobre el piso. Sin asistencia estatalSixta es de nacionalidad paraguaya pero vive en el país desde hace diez años. Es madre de nueve hijos, dos ya adultos, uno vive en Montecarlo y el otro en Mbopicuá; y siete menores que están a su cargo. Viven en Colonia San Alberto Puerto de esta localidad en una casa prestada que si bien cuenta con luz y agua, no tiene piso, baño, ni las instalaciones básicas para ser habitada. Allí habitan esta mamá y sus siete hijos con una cocina y una heladera prestada. Sixta no cuenta con documento argentino pero todos sus hijos sí tienen DNI, sin embargo aseguró que no recibe ninguna ayuda social ni están asistiendo a la escuela. Es tanta la desesperación de esta madre que confesó a PRIMERA EDICIÓN que está dispuesta a entregar algunos de sus hijos para que se críen con otra familia. “Yo no puedo tenerlos, no puedo darles de comer todos los días, prefiero que vivan con otra familia donde van a estar mejor pero ellos no quieren irse, conmigo nomás quieren vivir”, explicó. La situación familiar es desoladora. No tienen utensilios ni cubiertos, no tienen acceso a los elementos más básicos como alimentos, ropa o pañales. Hasta el momento, cuentan con escasa asistencia del Estado para poder acceder a sus derechos fundamentales.
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