POSADAS. Los amantes del Parkour no son improvisados. Y como tales, cuidan cada uno de los detalles al momento de trazar su camino. Se trata de quienes comparten esta disciplina de origen francés que en Posadas comenzó a cosechar algunos adeptos en 2011 y que recién en 2012 empezó a generar “un poco de movimiento”. Con el paso del tiempo y por diversas razones, sus integrantes se separaron y por estos días intentan rearmar el círculo.Junto a Ignacio Ochoa y Thiago Barrios, Sebastián Bachmann (23) es uno de los referentes de los comienzos. Este estudiante de psicología, explicó que el Parkour es una práctica bastante amplia, al punto que en ocasiones es hasta difícil de conceptualizar. “Es una práctica física como mental y tiene una filosofía de trabajo. En lo que es práctica física, gira en torno a la salud, a la fuerza, tiene mucho que ver con la toma de riesgos. Es poder abordar los obstáculos físicos que se presentan y utilizarlos como punto de apoyo para seguir avanzando. Respecto a lo físico, se realiza un entrenamiento progresivo. No puedo decir voy a hacer Parkour e ir saltando a lo loco o intentar hacer una mortal porque son cosas que van tomando forma en uno, de a poco”, dijo, como tratando de derribar mitos que, muchas veces y por desconocimiento, suman puntos negativos a la disciplina.En la capital misionera practican en varios lugares. Tratan de moverse, de adaptarse al entorno, al medio ambiente, a los obstáculos que se presentan, porque no son los mismos los que estaban hace treinta años ni los que están hace diez. No son los mismos en Argentina, en Misiones, en España o Francia, que es donde se gestó la disciplina. “Va cambiando en lo físico, en lo mental, va cambiando la arquitectura”, acotó Bachmann, al tiempo que graficó que “podemos utilizar un banco de la costanera para dar un paso, la baranda para dar otro, y seguir, dependiendo de lo que quieras hacer, si algo más artístico o más cercano al deporte. En sí es una práctica en tanto disciplina y depende mucho de cómo la persona la aborde. Es una cuestión de responsabilidad no sólo con uno sino de cuidarse y cuidar al resto”.Dos máximas son el pilarConfió que el Parkour se basa en dos máximas que tienen mucha relación entre sí. “Ser y durar” es la primera, impuesta por su creador, David Belle. “Ser” pasa por conocerse a uno mismo, conocer las limitaciones, porque constantemente se está poniendo en juego. Se trata de no quedarse en la zona de confort, explorar los límites, lo que uno puede hacer y lo que no. Al ir explorando en las limitaciones el individuo va sabiendo cuáles son los puntos débiles, y cuáles son sus eslabones fuertes. En su propia práctica no sólo demuestra esto último sino la relación que “uno tiene con eso. Habla mucho de uno mismo, de como aborda su vida, su relación con sus límites, su relación con los otros. Pone en juego el cuerpo, como lo cuida, la responsabilidad que tiene sobre sí mismo”. Trae aparejado el “Durar” que viene de la mano de preservarse. “Se trata de preservar la práctica que uno hace, cuidarse, cuidar al otro. Al ser una práctica no competitiva la idea no es ir buscando ser mejor o primero que el otro. Implica conocerse y tener un manejo del propio cuerpo. Te da más reflejos, más fuerzas. La práctica es distinta para un niño de diez años que para uno de quince, de veinte, treinta o sesenta. Es distinto si alguien practica hace un año, tres años, dos meses, la constancia con la que practica e incluso la evolución tiene que ver con que si en su vida realizó una u otra práctica. Tiene que ver la contextura de cada uno. Es muy personal. Si tiene sus límites y sus técnicas o desplaces, uno construye un Parkour, que en francés es el camino”.Y el propósito es poder ayudar al otro. “Si aprendo algo la idea es poder enseñar. Es como sucede con los padres y los chicos, que tienen que estar dispuestos a enseñarles a afrontar las dificultades, los obstáculos, las realidades”, dijo, y aclaró que los practicantes “somos los traceurs (trazadores) por la huella particular que dejamos en las paredes, que es la del impulso que utilizamos para realizar el trazo”.La segunda máxima es ser fuerte para ser útil. “Las dos máximas están interrelacionadas. Uno puede aprovechar las limitaciones y las fortalezas de cada uno para realizar su práctica. Desde lo mental puede estar haciendo Parkour al levantarse todas las mañanas a estudiar sabiendo que uno se levanta sin ganas (voy a intentar un poco más, voy a salir a correr todos los días media hora). Es una fuerza de voluntad. Es utilizar eso para ayudar al otro a conocerse y que el otro también pueda aprovechar sus fortalezas y debilidades”.Permite crearBachmann conoció la actividad a través del Facebook y comenzó a practicarla a los quince años. “Fue por Internet porque en ese momento no había grupo. Después dejé por una lesión que me ocasioné en el hombro por no ser responsable de mí mismo, por no precalentar y no realizar bien la práctica”, comentó. Tuvo que parar un tiempo y en 2012, con veinte años, se relacionó por Facebook con el grupo Parkour Posadas, que se había armado un año antes. “Nos empezamos a juntar en la playita de El Brete. Conseguimos una pelota de esas que se utiliza para pilates, la enterramos en la arena y empezamos con mortales. En ese momento éramos tres, luego sumamos a dos más y llegó un momento que pasamos a ser veinte”, recordó el joven, que ya había pasado por el básquetbol y las artes marciales.“Nos vamos cuidando, viendo si a alguien le puede salir un rodamiento o una precisión. Son cosas que nos van a salvar de no rompernos la cabeza. El Parkour te permite crear. Tenés las cosas básicas y en base a eso vas creando tus propios movimientos”, aseguró Bachmann, quien se definió inquieto y detesta la rutina.Por estos días se manejan por Facebook y Wathsapp, grupo al que agregan a todo aquel que quiera practicar. De hecho tienen una política que respetan de manera tajante. “Todo aquel que quiere practicar es siempre bien recibido. Se lo va a tratar bien y enseñar mientras tenga ganas de aprender pero la premisa es que haga caso a los que estamos desde hace un tiempo. Porque nosotros fuimos el primer grupo en Posadas no teníamos alguien que nos enseñe. Aprendimos lastimándonos, y viendo en videos cómo hacer bien la técnica, practicando una y otra vez. Eso hace que hayamos podido adaptarnos, poder mover el cuerpo y observar al otro para no repetir nuestros errores. No es una pr&
;aacute;ctica de vagos. Valoramos nuestro tiempo, estudiamos, trabajamos y no estamos dispuestos a enseñar a alguien que no esté dispuesto a aprender o que va a saltar o tirarse por el solo placer de caer en la arena”, sostuvo. Manifestó que en los videos sociales se muestran los logros de la gente “pero no que una persona para recorrer cinco kilómetros corriendo sin parar tuvo que practicar desde los cien metros y debió hacerlo todos los días. Para hacer una mortal tiene que saber hacer un rol. Si no sabés girar en el piso no podés girar en el aire. Hay una forma de caer. Todo el tiempo vemos cuestiones de física. Como al caer y rodar, desplazando el impacto, uno se procura un menor daño”.A pesar de todoAdmitió que aunque a sus padres en principio no les gustó la idea por ser algo peligroso, de alto riesgo, de impacto, lleva tres años practicando y “no me voy a tirar de un primer piso. Está la cuestión de la responsabilidad, de que hay que cuidarse, porque si uno cae mal, con el brazo o la pierna sin flexionar y partís el miembro al medio. Pasa aunque tengas quince años de práctica. Es una técnica que se va incorporando muy de a poco”.Al referirse a la reciente muerte de un adolescente en Santa Rosa (La Pampa), explicó que “está el que hace Parkour y el que cree que lo hace. El que hace trata que no lo estén mirando tanto porque necesita mucha concentración. Por eso hay que interiorizarse. En este caso el chico no tomó los recaudos, no fue responsable de sí mismo. En el grupo normalmente no aceptamos a chicos menores de quince años porque consideramos que a partir de esa edad se comienza a formar la responsabilidad en sí mismo. Con los doce años la práctica es distinta, no puede incluir altura”. Muchos conocidos decían a Bachmann: “No me gusta lo que hacés o ¿por qué no hacés otra cosa? Buscá algo mas normal como fútbol, basquet, pero creo que cada uno encuentra su camino por la práctica que le gusta realizar. No les hice caso. Fui entrenando de a poco. Avanzando y una cosa que nunca pensé que podría hacer es un mortal de costado (side flip) o uno para atrás. Cuando me di cuenta que lo hacía, me emocioné”, comentó.Ahora son cerca de diez los integrantes cuyas edades oscilan entre los quince y veinte años, y se dividen en dos grupos. Los que hace Parkour y los que hacen mortales (puede ser parkour en la parte mental pero en lo físico se llama triking), que se juntan los sábados en El Brete y empiezan con rol, media luna, vertical, mortales, giros con patadas. Los que practican Parkour suelen acudir a distintas plazas como la de Villa Cabello, Villa Urquiza y también El Brete, porque al ser de arena permite practicar las cosas con menor impacto, sin rasparse ni golpearse.Algo nuevo, revolucionarioDefinió al Parkour como el arte de desplazar el cuerpo por el ámbito urbano utilizando los obstáculos (una silla, una rama, un paredón) para avanzar. Ese camino o trazo puede estar designado o improvisado. Es una práctica muy amplia y depende de lo que uno quiere hacer con ella. “Es una creación propia, crear su camino, su Parkour. Hay gente que se dedica más a brazos y que puede hacer cosas espectaculares como ir corriendo, saltar adelante de la estructura con uno o dos brazos y quedarse en vertical o bajar en plancha. Acá casi todos nos dedicamos a desplazarnos de un lado al otro tratando de conseguir fluidez, tratando de complicar en ocasiones un poco, por las dudas, generando el concepto de que en cualquier momento puede haber un obstáculo. Se aprende a sacar la visión de foco, a utilizar una visión más panorámica, periférica. Por ejemplo uno está haciendo un gato en la baranda y al otro lado pasó un perro y estás por caer arriba, entonces aparece esto de la toma de riesgos. A veces preferimos lastimarnos un poco por caer mal que lastimar al animal”, ejemplificó. En las plazas, antes de practicar, se toman el tiempo para quitar las piedritas, la basura, los huesos o las maderas que quedan después de la feria de los sábados porque al hacer un rodamiento se pueden lastimar considerablemente. Son partidarios que las cosas nuevas con giros hay que practicarlas en El Brete y con el cuidado del otro. En el grupo hubo mujeres. Ahora ya no. Se fueron alejando por estudio o trabajo. En ellas la práctica es muy distinta y hay muchas famosas en el mundo que practican la disciplina y participan de eventos. “Los hombres tendemos a compensar mucho con fuerza la práctica que hagamos y las mujeres utilizan mucho más la técnica, consiguen una fluidez más rápida, mover el cuerpo más rápido”, finalizó. Cruzando los límitesParkour, l’art du déplacement (el arte del desplazamiento), es una disciplina de origen francés que consiste en desplazarse por cualquier entorno, usando las habilidades del propio cuerpo, procurando ser lo más eficaz y eficiente posible y efectuando movimientos seguros. Los practicantes del parkour son denominados traceurs (traceuses en el caso de las mujeres).“Es ponerse en juego todo el tiempo. Poner en juego el cuerpo, la parte psíquica, mental. Uno está viendo todo el tiempo cual es su límite, practicando en torno a su propio límite. Trabajando con la fortaleza de cada uno. Sabiendo que hay cosas que no voy a poder hacer. Cuando nos encontramos con un límite es un golpe, es un punto de freno donde uno tiene que estar trabajando constantemente. El límite puede llamarse miedo, manejo del cuerpo, falta de concentración”, señaló Bachmann.
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